Suelo celebrar el Día del Libro en la semana siguiente, para no saturar. Cada vez tengo más claro que un libro es un libro, y lo que no es un libro no lo es, o sea que el libro-papel no es la forma del asunto, ni el soporte, sino su ser. Si hablamos de contenidos dígase novela, poesía, ensayo, tratado, historia, estudio o lo que sea. No es gusto por lo retro, afán de ir de clásico o alergia al cambio, sino sólo apego, una palabra poco atendida que significa aquello que nos une a algo. ¿Se puede tener apego a un lector electrónico? Puede que sí, igual que puede uno amar a un zapato. Hay libros a los que tengo amor sincero por todo lo que me han dado y me dan, libros concretos, con su entidad física y casi siempre con sus acotaciones. Si un día alguien ocioso tuviera interés por saber de mí podría hacerlo ojeando uno de esos libros apegados. Quererlos es cuestión de amor propio.