Siempre que voy a mi pueblo, ya saben Chauchina en la vega de Granada, me reconforto con la política y los políticos. Supongo porque este pueblo imprime carácter y hay buena gente, dispuesta a sacar adelante, con trabajo, esfuerzo e ilusión, muchas iniciativas y proyectos para situarlo en los niveles en los que merece estar. Estuve días atrás, en un viernes lluvioso, con agua mansa cayendo sobre la tierra negra hasta esponjarla, para asistir a una jornada sobre la Torre de Roma y no de Romilla, tal como defiende, y con razón, mi buen amigo, el arquitecto humanista y de espíritu renacentista, José Luis Gutiérrez Gorlat. La Torre de Roma es una torre nazarí sembrada en medio del Soto de Roma donde se levanta gallarda, poderosa, rodeada de alamedas y que se quiere recuperar como parte de la historia de este pueblo.

De aquella mañana me quedo con la amplia sonrisa de la alcaldesa de mi pueblo, la socialista Encarni García, el salón lleno de personas, muchas de ellas jóvenes, donde cinco ponentes, arabistas de reconocida, debatieron y apostaron por el futuro de la Torre de Roma. Como señaló la alcaldesa «necesitamos potenciar el uso del patrimonio histórico como seña de identidad y favorecer el sentimiento de que los restos del pasado no nos pertenecen y debemos conservarlos para generaciones futuras».

Confieso que en mi niñez, cuando pasaba por la Torre de Roma, en los aledaños del entonces bien bragado río Genil, pensaba que los gorriones y los vencejos tenían cobijo en las noches ventosas, resguardados de vientos y lluvias, viéndoles entrar y salir por las ranuras abiertas por el tiempo en la inhiesta torre. Más tarde descubrí que era una torre nazarí situada en el llamado (bendito nombre) Soto de Roma y me propuse conocer su historia y su significado, aunque nunca como lo han hecho los profesionales de la historia, la arqueología y la arquitectura, que abrieron un intenso debate con el objetivo de recuperar y restaurar uno de los símbolos que quedan inhiestos y poderosos y donde a sus puertas, seguro, se hizo la guerra y el amor.

Y digo que me reconforta ver a políticos tremendamente ilusionados por su pueblo, en mejorar sus condiciones de vida y por su futuro; por anclar el presente en la historia de nuestro pasado andalusí en unos tiempos. Desde fuera puede parecer que es anécdota el intento de recuperar un pequeño pedazo de la historia cuando toda Andalucía está sembrada de la historia andalusí, con monumentos únicos. Yo creo lo contrario porque, aunque la recuperación de la Torre de Roma pudiera parecer obra menor, es digno de alabar el esfuerzo de quienes llevan adelante un proyecto cuando vemos y padecemos una España esquilmada, tal y como describe Rafael Chirbes en Crematorio o en La otra orilla. Políticos en los que confiar frente a los chorizos que se forran con los erarios públicos.

Habrá que dar unos pasos importantes a partir de ahora para hacer visitable la Torre de Roma y es de agradecer que Reynaldo Fernández Manzano, director del centro histórico más visitado de España como es La Alhambra diera su apoyo y calor en la deseable ruta de torres nazarís en la vega granadina. Yo quiero volver a mi niñez por el soto de Roma, pasear con una rama de mimbre llorona alanceando el tiempo, sentir el croar de las ranas, ver los vencejos revoletear en la recuperada Torre de Roma, notar el calor húmedo de la tierra donde brotan los mejores espárragos que uno puede llevarse al paladar, el mecer de los trigales y disfrutar del olor sensual de las higueras y a la caída de la tarde con el sol anidando en el ocre rojizo de la torre dejarme llevar por los castillos de amor que levantó por estas tierras, a buen seguro, el poeta al que fusilaron en los altos de Vícar con las nieves perpetuas de la cercana Sierra Nevada y el recuerdo de la explosiva imagen de La Alhambra desde la balconada de San Nicolás.

P.D.- (1) Los vascos tienen por delante quince años de lentejas, saben venderse y Rajoy no sintió asco alguno para un pacto millonario que salva los Presupuestos.

(2) La moción de censura de Iglesias contra el PSOE fortalecerá a Rajoy y a la derecha en el poder, por los siglos de los siglos, amen.

(3) Bajan turbulentas las aguas del PP andaluz sin que Moreno Bonilla pueda poner orden en la casa que dice gobernar. La lucha por el poder en Sevilla es feroz. Ignacio Zoido y Javier Arenas, en la sombra, manejando los hilos del futuro.