¡Albricias! La fuente de Reding ha sido restaurada con mimo. Bravo por el Instituto Municipal de la Vivienda, que ha financiado los trabajos, por la empresa constructora Hermanos Campano, que los ha ejecutado, y por los técnicos municipales que presumiblemente han redactado el proyecto de restauración y dirigido la obra, aunque a estos últimos no se les cite en las noticias que se han publicado acerca del asunto.

Actuaciones modestas de esta índole contribuyen a hacer de la ciudad un espacio más habitable, en el que los ciudadanos se sienten vinculados con su pasado y el patrimonio se valora, animando a que las nuevas intervenciones tengan en consideración las preexistencias históricas.

Incluso el ciprés que crece junto a la pila ha sido respetado. Pero ¡ay! Ojalá la alegría pudiera ser completa. Una visita a la flamante fuente permite valorar en su justa medida el trabajo de los reporteros gráficos autores de las imágenes que acompañaban la noticia en la prensa local. Su esfuerzo por evitar que los omnipresentes paneles de la Sociedad Municipal de Aparcamientos salieran en las fotos ha debido de ser titánico.

Habría cabido esperar que los organismos municipales se hubiesen coordinado y que Smassa hubiese despejado la perspectiva de la fuente para que los más de 27.000 € invertidos luciesen en su esplendor. Pero quizá eso era pedir demasiado; la fuente sigue oculta detrás de múltiples cachivaches que esconden tanto el monumento como la inversión realizada en él, aunque pocos parecen reparar en ello.

Esta ciudad está aquejada de una grave ceguera. No sería extraño que acabe tragándose que un hotel de 135 metros de altura clavado en el centro de la bahía tenga un impacto paisajístico «bajo».