No conozco a nadie al que no le gusten Les Luthiers. No es descartable que eso sea debido a que yo sea muy selectivo para elegir a las personas que conozco, y utilice justamente el dominio de la obra de Johann Sebastian Mastropiero como criterio de selección. Pero me inclino más a pensar que la verdadera causa es que Les Luthiers gustan a todo el mundo. En dos continentes. Desde hace cincuenta años. En dos o tres géneros artísticos diferentes. Después ya podremos discutir si nos gustan mucho o muchísimo, si estamos dispuestos a ver sus espectáculos una vez o varias, si nuestro favorito es Marcos Mundstock o Daniel Rabinovich (ay...). Tanto fervor entre sus seguidores y un espectro tan amplio de los mismos podrían hacer pensar que estamos ante autores fáciles y comerciales, y sin embargo lo prodigioso del asunto es que toda esta penetración en el gran público se ha conseguido sin dejar de considerar inteligente en todo momento al espectador. Éste es el milagro. Ningún otro autor -bueno, vale, excluyamos al cine de esta afirmación- ha conseguido reventar de forma tan irreversible la distinción entre cultura popular y cultura académica. El núcleo de la obra de Les Luthiers se centra en realizar una parodia agudísima de la supuesta alta cultura, parodia que requiere imitar, al menos formalmente, los estilos y los modos de esas elevadas bellas artes. En ese sentido, el punto de partida de su humor parece especialmente difícil y pronosticaría un éxito moderado en el mejor de los casos. Pero quien eso pensara no contaba con el oceánico ingenio, la desbordante libertad mental, el talento escénico inaudito y diez o doce virtudes irrepetibles más que providencialmente han confluido en el grupo argentino y que han permitido unir de pleno derecho y dignidad la risa con las cantatas, el psicoanálisis y la epistemología. Les Luthiers han recibido con todo merecimiento el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017. Obviamente, el popular compositor Johann Sebastian Mastropiero compondrá alguna pieza sobre el tema, y la ceremonia de entrega podría ser el momento perfecto para su estreno. No conozco a nadie para el que, si eso ocurriera, eso no supusiera uno de los momentos más felices de su vida.