Puesto que una parte cada vez mayor de nosotros está conectada al mundo virtual, en el que ya hacemos media vida, y puesto que el orden todavía no ha llegado a ese mundo, vivimos cada vez más expuestos y menos seguros. Este es un hecho que debería preocupar sobre todo a los jóvenes, tanto porque les tocará un futuro día a día más inseguro, como porque su inocencia al entregarse a las redes sin tomar precauciones los hace todavía más vulnerables. La cosa no tiene solución, pues aunque «el orden» se las acabará arreglando para defenderse de los piratas, será a costa de mayor control y de la implantación de una policía en el ciberespacio de las de ríase usted de la patada en la puerta. Así que vayámonos haciéndonos a la idea de que los sistemas y las redes son sólo retículas de una gigantesca red en la que quedaremos atrapados, a disposición de la araña, que al final será la de siempre.