Pablo Iglesias está interesado en saber lo que piensa Carles Puigdemont sobre las relaciones de Cataluña con España. Por eso ha confirmado que asistirá a su conferencia de Madrid en la que presentará el pacto por el referéndum. Para el líder de Podemos, escuchar al presidente de la Generalitat entra dentro de la normalidad institucional, esa especie de ánimo cívico del que Puigdemont y los impulsores de la consulta se están alejando cada vez más. Iglesias, por decirlo de la manera más sencilla que se me ocurre, busca votos en el granero catalán, por eso repite, cada vez que tiene la oportunidad, que él defiende el derecho democrático de los catalanes a decidir sobre la independencia. Inmediatamente se encarga de matizar que particularmente no le gustaría que se produjese, pero€ El problema es las vueltas que algunos políticos por oportunismo dan alrededor de los derechos. En democracia no existe el derecho a decidir indiscriminada o unilateralmente sobre lo que uno quiere o le apetece. Por ejemplo, yo no tengo derecho a decir si pago o no los impuestos; los impuestos hay que pagarlos por ley. Tampoco a saltarme los límites de velocidad sin ser castigado por ello, o a circular con un coche en sentido contrario. Tampoco tengo derecho a defecar en medio de la calle sólo por el simple hecho de que se me antoje hacerlo. La democracia es el imperio de la ley, y un deber de los ciudadanos es cumplirla. Los catalanes no pueden decidir por su cuenta y riesgo si quieren la independencia, porque la Constitución expresa claramente que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español. Como es natural si la Constitución se reformase probablemente los catalanes podrían hacerlo, siempre y cuando sea un deseo mayoritario de los partidos convocar la consulta, algo que por ahora no está del todo claro. Eso es normalidad institucional.