Segunda División, los aficionados del Sporting, de Osasuna y del Granada deberían comportarse como el filósofo Anaxágoras que, cuando recibió la noticia de la muerte de su hijo, respondió con gran serenidad que ya sabía que le había engendrado mortal. La muerte es triste para los que se quedan, y el descenso es triste para los que se van del estadio sabiendo que la temporada que viene faltarán los partidos glamurosos y la atención de los telediarios, pero los futboleros saben que equipos como el Sporting, Osasuna o Granada fueron engendrados mortales. No es el caso de equipos divinos como el Real Madrid o el Barça, que nunca tendrán un Anaxágoras que les llore por la sencilla razón de que fueron engendrados inmortales. Pero la muerte tiene muchas formas. Para el Sporting, es el descenso. Para el Barça es no ganar nada o, en el colmo de la imparable escalada en la exigencia de los grandes equipos, ganar sólo un título de Copa ante un rival poco fotogénico. El fútbol es así de raro.

¿Y si el Barça no gana ningún título esta temporada? El gran problema de equipos como el Barça, el Madrid, el Bayern de Múnich o el Manchester City es que, como le sucedía a la alquimia china, están más preocupados por la búsqueda de la píldora de la inmortalidad que por la transmutación de los metales en oro. Según la alquimia china, los líquidos bebidos en vasos fabricados con el oro obtenido a partir del cinabrio conferían la inmortalidad al que los bebía, y así se explica la paradoja de que siete de los veintiún emperadores de la dinastía Thang murieran por una sobredosis de lo que podríamos considerar una «píldora de la felicidad» fabricada a partir del cinabrio.

¿Qué buscan Barça, Madrid y compañía? Desde luego, no buscan la transmutación de los metales extraídos de sus canteras en oro (el caso de Messi es único y quizás irrepetible), sino la píldora de la felicidad que les haga inmortales ganando título tras título. En el caso del Madrid, la píldora de la felicidad que mantiene con vida a Zidane en el banquillo blanco parece que ha convertido al equipo del Bernabéu en inmortal y, por tanto, en capaz de ganar dos veces seguidas la Liga de Campeones, hazaña que ningún otro equipo, ni siquiera el Barça de Guardiola, ha logrado hasta ahora. Bien. Pero, ¿qué sucederá si el Madrid gana la Liga pero pierde la final de la Liga de Campeones con la Juventus? Todos sabemos lo que ocurrirá. El campeonato de Liga será un triste consuelo y Zidane, como los siete emperadores Thang, se convertirá en víctima de la sobredosis de píldora de la felicidad.

Transmutar los metales en oro es una empresa menos g

randiosa que alcanzar la inmortalidad, pero la inmortalidad de los grandes equipos no consiste en no morir nunca descendiendo a Segunda, sino en vivir siempre en la cima del Olimpo. Y eso es muy difícil. Eso es imposible. El destino de Zidane, pues, será morir de sobredosis de éxito el día que no consiga el éxito supremo, indiscutible e innegociable de la Liga de Campeones.

Puede que no sea esta temporada, pero sí la siguiente, o la siguiente, o la siguiente. Es igual. Si lo pensamos bien, es mejor ser hijo de Anaxágoras que emperador Thang, pero a ver quién es el guapo que convence a un aficionado con la cabeza puesta en la final de Cardiff de que la píldora de la felicidad puede matar.