Alguien de su confianza, pero que no está en política, pregunta a Puigdemont por qué insistir en el referéndum, si en los días que corren, con Europa cercada y evitando fisuras, nadie lo apoyará fuera, y el Gobierno usará todos los medios para evitar que se celebre. El president se le queda mirando, aparta el flequillo con la mano y dice: «para capitalizar». La otra persona abre las manos con las palmas hacia arriba, pues no ha entendido, y Puigdemont dice: «nuestro capital es un depósito de agravios y derrotas, pero con el tiempo pierden valor, la gente se olvida, a los jóvenes no les mola la historia; necesitamos actualizar ese capital con un agravio en debida forma, y la retirada policial de las urnas sería la imagen perfecta; a cada tanto hay que llenar el depósito». «Y luego, qué», pregunta el interlocutor. «Una vez lleno, disuelvo y nuevas elecciones», responde el Molt Honorable.