Susana Díaz quiere darle un empujón a su Gobierno. Se entiende que no hacia el precipicio. Luego de perder las primarias y para espantar las críticas de que tenía abandonado el huerto, se impone una remodelación del Ejecutivo autonómico más pronto que tarde. Hay que dar sensación de impulso, de nueva etapa, de bríos renovados. Ya hay discretas consultas con independencia de que la crisis se aborde pronto o más tarde. Los hay partidarios del ya y quienes estiman que mejor a la vuelta del verano y una vez concluidos los procesos congresuales del partido, que pueden incluir septiembre y octubre ya que también hay que celebrar los cónclaves provinciales, que van a estar reñidos. El proceso de primarias ha tenido paralizada la acción de gobierno. No saben hasta que punto. Todo era interinidad. Existía incluso una especie de orden no escrita y hasta no verbalizada para que los alcaldes socialistas de municipios importantes no tomaran decisiones demasiado polémicas que pudieran perjudicar a la imagen del PSOE andaluz. No pocos dirigentes políticos han venido confundiendo y lo que han hecho es parar. No tomar decisiones.

Susana Díaz necesita reforzar su imagen y la de su ejecutivo pero además hacer que funcione. Nuevas caras, más trabajo. Incluso trabajo a secas. El actual se mueve ya mucho por inercia, algunas figuras están gastadas, otras sin estrenar, los hay que no tienen proyección ni se trabajan las provincias. El Gobierno andaluz tiene graves problemas en sanidad, la gente está levantisca, los profesionales del sector, y con razón, muy cabreados. En Justicia no hay ningún motivo para lanzar las campañas al vuelo. Y podríamos seguir. Díaz tiene de nuevo que pensar en equilibrios internos y cuotas de familia y provincia dentro del partido a la hora de remodelar. Sin descartar que algún integrante del actual equipo pueda ser destinado a la guerrilla que siempre suponen las municipales.

Rajoy ha aspirado oxígeno en forma de aprobación de Presupuestos. Esta semana. Se asegura un buen tramo más de legislatura. Díaz ha de pensar también si quiere un Gobierno que pueda hacer oposición a Rajoy o que se vuelque de hacia los adentros de la región. No descarten que haya detectado en el proceso de primarias a compañeros con prisas porque se fuera. Ha podido quedar dañada alguna lealtad. Podemos e IU han pedido esta semana en el Parlamento, en la sesión de control, un cambio de caras al PSOE. Lo han exigido con crudeza. Eso podría frenar los cambios, dado que abordarlos sería como visualizar que se da la razón a la oposición.

La diputada Esperanza Gómez, de Podemos, acaba de decir que el Gobierno andaluz, este, es el peor de la historia, con lo cual ha ganado su minuto de gloria pero ha inducido a que el espectador político, ante tan gruesas palabras, reflexione. Y compare. Parálisis de Gobierno, dice Carmen Crespo, del PP; Gobierno agotado, afirma Antonio Maíllo, líder de IU en Andalucía. Parece una competición de adjetivos. El objetivo es desgastar. Pero eso es también la política, salvar adversas tesituras.