'Ciudadano Mariano', por Lluís Vinuesa Serrate

El presidente Rajoy, cuando estaba de visita protocolaria a su homólogo en Portugal, ha sabido de la decisión tomada por la Audiencia Nacional, de que su petición de declarar en el caso Gürtel como testigo a través de su ‘estimado plasma’, no tiene razón de ser, pese a sus alegaciones en el sentido de ahorrar en medios de seguridad y desplazamientos a la Ciudad de la Justicia en San Fernando de Henares, sita a unos 18 kilómetros de Madrid, si se compara con los viajes que Presidencia efectúa por países lejanos y sus costes. De ahí que se ha decidido en un reducido margen de síes que Rajoy tendrá que comparecer personalmente en el banquillo, en calidad de ciudadano el próximo 26 de julio, atendiendo la advertencia de rigor, de que no puede permitirse mentir. Según la acostumbrada naturaleza del presidente, ello le incomoda sobremanera, pues el hecho de ser uno más en tales derechos le da a entender que la separación de poderes no ha hecho más que empezar, y mucho debe temer en la corrupción del PP, que en los procesos en curso ya no pueda pasar tan desapercibido. Don Mariano nos dice a la opinión pública que él va a acatar lo que los tribunales dictaminen, pero a ciencia cierta, en sus adentros nada bueno debe de dislumbrar, si le abandona aquel acostumbrado control de las adjudicaturas, dejándole junto a su partido, en manos de la «verdadera justicia democrática» que este país desde hace años está deseando que impere de una vez y por todas.