Aún con la resaca de la final de la Champions del pasado sábado, creo que es el momento de hacer un análisis de lo que el fútbol aporta a nuestra sociedad, en muchos casos casi me atrevería a decir como modo de vida. Comportamientos que por otro lado serían completamente surrealistas en cualquier otra faceta de nuestras vidas. No hay más que ver que en España cohabitan cuatro periódicos deportivos de tirada nacional, y no existe otro país en el mundo con esta particularidad.

Por desgracia, hay familias que tienen serios problemas en llegar a final de mes, pero la prioridad en muchos casos es renovar el abono anual del equipo. ¿Cómo le llamamos a esta situación? Pasión, devoción, fanatismo€

Hay ciudades enteras que son capaces de movilizarse por un descenso de su equipo de fútbol producido en los despachos, y no en el terreno de juego. Ahí tenemos los casos de Sevilla, Vigo y Elche.

Somos capaces de discutir muy seriamente, incluso con nuestros seres más queridos y enfadarnos con nuestros amigos por defender unos colores, que todo lo que hace por ti es ofrecerte ilusión, y cuando gana, hacerte sentirte campeón de algo en lo que tú no has intervenido directamente para que tu equipo se proclame victorioso o consiga los objetivos trazados. Todo está en el corazón: PASIÓN.

Recuerdo en una final de la Champions League en Milán que la disputaban el Bayern Múnich y el Valencia CF cuando el mismo día de la final vi llegar un Renault 5 con matrícula de Murcia del cual bajaron cinco jóvenes de no más de 25 años. No pude reprimirme y les pregunté si venían desde Murcia, lo cual me lo confirmaron y acto seguido me dijeron, «bueno, ahora a buscar entradas para el partido».

La verdad es que no se si las consiguieron, pero el viaje de vuelta a Murcia tuvo que ser durísimo, ya que el Valencia perdió la final en los penaltis.

Los jugadores de fútbol son profesionales (trabajadores por cuenta ajena), y los clubes (las empresas) contratan y prescinden según sus necesidades. En la vida laboral esto sucede diariamente, incluso muchos profesionales pasan a trabajar en las empresas que antes habían sido su competencia€y no es un drama. Se trata del mundo laboral y lo que se intenta es mejorar profesionalmente. En el mundo del fútbol el jugador que hace esto, se le tacha de traidor o mercenario. Es curioso comprobar como la idolatría en el mudo del fútbol es efímera, y hasta se puede pasar de héroe a villano por un mal partido, un gesto desafortunado€o un cambio de equipo.

Pero la realidad es que la audiencia de la final de la Champions fue de más de ocho millones de espectadores. Ningún otro programa televisivo es capaz de concentrar frente a la televisión tan impresionante cuota de pantalla. Unos para ver si gana su equipo y otros para ver si pierde... Todo es emocional. Pero, ¿Ahora qué? ¿Habrá vida hasta agosto?