No es no y abstención es abstención. En qué quedamos. ¿Todo vale? Si la cuestión era descabalgar a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno como proponía Pedro Sánchez hace casi nueve meses -y que llevó a la ruptura del PSOE- los socialistas lo hubieran tenido muy fácil: votar a favor de la moción de censura de Podemos para intentar darle la jefatura del Ejecutivo a Pablo Iglesias, aunque con sus votos solos hubiera sido insuficiente. Con lo sencillo que parecía el no es no de Sánchez en su anterior etapa como secretario general del Partido Socialista. El líder de los podemistas ha puesto en evidencia en el Congreso las contradicciones de Sánchez: ¿cómo es que condenó la abstención propuesta por la comisión gestora de su propio partido que facilitó la investidura de Rajoy y ahora él mismo plantea otra abstención que le permite al político gallego seguir gobernando? Por supuesto que el reelegido secretario general del PSOE cuenta con razones de sobra para tomar la decisión que ha tomado, pero como las tenía también la gestora presidida por Javier Fernández y que Sánchez despreció empeñado en ir a unas terceras elecciones generales en un año que probablemente hubieran llevado a los socialistas a una situación aún más crítica que la actual, que ya es decir. Pablo Iglesias sigue jugando con Pedro Sánchez, como lo hizo cuando tuvo la opción de hacerle presidente del Gobierno y sin embargo le negó los votos de Podemos y sus grupos afines que, en opinión del socialista, hubieran supuesto su investidura. Lo mismo que hizo ayer el socialista. Empate a jugarretas, por tanto. Lógicas, porque de lo que se trata es de una lucha a muerte de los morados por el espacio político ocupado en los últimos decenios por el PSOE. Y no parece posible que haya vuelta atrás. Sánchez, como lo ha venido demostrando en los últimos meses dentro de su propia organización, es un político que no olvida, que pasa factura siempre que tiene oportunidad para ello. Y si es cierto que en el punto de mira de su estrategia de acoso y derribo de contrincantes políticos se encuentran Mariano Rajoy, Susana Díaz, Javier Fernández o el resto de los barones socialistas que le forzaron a dimitir en el comité federal del 1 de octubre, también lo es que, al menos en el mismo nivel de animadversión que ellos, se encuentra Pablo Iglesias. Y más que lo va a estar si el líder de Podemos continúa llevándole a encerronas como la reciente moción de censura.