A estas alturas de la película nadie duda que la ansiada recuperación es un hecho. De hecho, Málaga se ha configurado como el indiscutible motor de la recuperación en Andalucía.

No en vano, una de cada tres empresas que se constituyen en Andalucía, lo hace en Málaga, el número de afiliados a la Seguridad Social crece a un ritmo de 30.000 personas al año y los sectores característicos de nuestro modelo productivo provincial están funcionando correctamente. En el caso del turismo no tenemos sorpresa. Ha demostrado su profesionalidad y capacidad casi camaleónica para adaptarse a las circunstancias y ha marcado récords anuales incluso en los momentos más severos de la crisis.

Pero nuestro otro sector productivo característico, el inmobiliario, que sí que permaneció aletargado desde el colapso inicial de 2008, sin embargo empieza a dar muestras de una clara mejoría. Las cifras son más que prometedoras. La venta de viviendas crece a un ritmo del 11% anual y los nuevos proyectos lo hacen a un ritmo del 35% (proyectos visados por el Colegio de Arquitectos de Málaga). Si comparamos la tasa de paro específico del sector, ha caído en nada más y nada menos que en 22 puntos (del 40,6% en 1T-2012 al 18,6% en 1T-2017). Este clarísimo repunte está tensionando el precio de la vivienda que crece a ritmos del 4%, en lo que podría ser los últimos coletazos al ajuste de precio y que, de seguir subiendo al mismo ritmo podría significar un calentamiento del sector y las primeras «pompitas» de la próxima burbuja. Habrá que estar atento a este punto en los próximos trimestres.

En el marco nacional e internacional, el crecimiento de nuestro país en el primer trimestre de este año ha sido del 0,8%, insuflado por un mayor impulso de la demanda interna y de la exterior (crecen las exportaciones a un ritmo fuerte del 4% inter-trimestral) a partes iguales. Este crecimiento del sector exterior no se basa ahora solo en turismo, sino también en bienes y servicios por la recuperación de la economía mundial y europea. Se observa en el consumo privado ciertos síntomas de desaceleración, algo que está siendo compensado por el repunte de la inversión. En concreto, aquella destinada a construcción crece, especialmente en nuestra provincia.

El entorno, efectivamente, comienza a favorecernos, la eurozona por fin despierta del letargo: su crecimiento ha sido actualizado al alza por la Comisión Europea hasta el 1,7% para este año y el 1,85 para el que viene. Es un nuevo viento de cola. La propia economía alemana acelera su crecimiento en el primer trimestre hasta el 0,6%, dos décimas por encima del trimestre anterior. Ascendiendo el crecimiento a 12 meses al 1,7%.

Con este panorama, estaríamos hablando de una recuperación característica a partir de los patrones económicos previamente implantados. Por tanto, ahora el foco de atención de las administraciones es (o debería ser) la forma en la que dotamos al tejido productivo de las herramientas para un crecimiento ordenado y sostenible.

Pues bien, la buena noticia es que Málaga está experimentando un crecimiento notable en sectores que no son los que tradicionalmente han empujado nuestra economía. Así el sector agropecuario está dando muestras de una solvencia más que notable. Su reestructuración ha repercutido en su eficiencia y competitividad que, acompañada por su visión y capacidad de potenciar su sector exterior ha propiciado que su crecimiento haya sido exponencial, colaborando a que hoy nuestras exportaciones totales presenten un crecimiento en cifras del 35% interanuales. Como dato significativo, el sector del aguacate y mango de nuestra costa tropical empata ya en cifras al sector olivarero.

También la venta de bienes de equipo muestra señales claras de crecimiento o el sector de la automoción con crecimiento del 11% interanual en matriculaciones.

Es decir, el crecimiento económico de Málaga es más ordenado y más balanceado que el que tuvo tras la recuperación de la última crisis, lo que nos hace ser optimistas.

Por tanto, como decíamos, debemos centrar el tiro en otras cuestiones que garanticen este crecimiento ordenado y que permita tener una estructura capaz de soportar con más garantías el próximo ciclo de crisis (que nadie tenga la más mínima duda que vendrá).

A nuestro juicio, uno de los males endémicos de la economía española, especialmente acuciante en el sur. El tamaño de las empresas. En Andalucía, el 95% están catalogadas como microempresas. Más de la mitad no tienen asalariados. Solo 4 de cada 100 superan los 10 empleados. Las medianas y grandes empresas, solo suponen el 2% de las empresas andaluzas aunque representan más del 50% del empleo asalariado. Tenemos una excesiva atomización empresarial que hace que nuestra densidad empresarial sea, por esta razón, superior a la media española (68,7 por mil frente al 68 por mil nacional). Es decir, muchas empresas demasiado pequeñas que no permiten establecer economías de escala y que son más vulnerables a los envites de ciclos económicos desfavorables.

En resumen, en Málaga nos encontramos en un momento de recuperación sin marcha atrás, con buenas perspectivas y con una reconstrucción del tejido productivo más ordenada y adecuada a las necesidades del crecimiento en nuestra provincia. Soplan buenos vientos.