Marisol Yagüe fue alcaldesa de Marbella. Ya ese dato habla muy mal de mi pueblo, que le vamos a hacer. Yagüe, cuya gestión no va a estudiarse en las facultades de Ciencias Políticas, aunque el hecho de que llegara al poder sí es digno de estudio, está siendo juzgada. Ayer le espetó al tribunal que si hubiese reformado su casa con material de construcción municipal sería muy torpe. Y que tiene facturas de todo. Yo particularmente estoy deseando que las enseñe. La Fiscalía insiste en que hizo obras en su casa por la patilla, por la cara, que los marbellíes pagaron el ´ya que estamos tire ese tabique y ya que nos ponemos me reforma el cuarto de baño y Jesús, de mi vida, pero como vamos a dejar así esas losetas´. Y tal y tal.

Yagüe está en prisión por el caso Malaya y no es ella sólo la que se enfrenta a este juicio por esta causa. Son tres personas más. Una de ellas, el exconcejal Vicente Manciles. El gilismo vino a reformar Marbella y acabó reformando los cagaderos de quienes no saben distinguir lo público de lo privado, siempre presuntamente, claro. Los hechos ocurrieron en 2004 y a uno le gustaría ver la casa de Yagüe, más que nada por comprobar si los materiales, municipales o no, son resistentes y de calidad o por el contrario están ajados luego de trece años. Ya no duran ni trece años los polos de Lacoste, ni siquiera una buena grifería. Entre los chapuzas y la obsolescencia programada, vivimos en un continuo usar y tirar y consumir. Cualquier día cambiamos a los niños tras dos o tres años porque son rubios y nos hemos cansado y preferimos a unos más morenitos. Con todo, y volviendo al yaguazo, el fiscal pide una pena que nos parece excesiva, dado que tampoco es que Yagüe reformara a costa del erario público la catedral de Segovia o El Escorial. Cuatro años. Nada menos. Hay malversaciones (de las que ni siquiera sale un bidé reformado) que se saldan, o para las que se piden, menos. No hay que confundir justicia con venganza. Para que el lector tenga todos los datos habrá que consignar empero que la señora se gastó 700.000 trompos.

Uno ve esas imágenes de Yagüe o Muñoz o el otro, o el de la moto, saliendo y entrando de los juzgados y parece que ve a gentes como de época remotísima, a seres como de cartón piedra, demodés, juguetes rotos. Gentes que un día fueron masivamente votadas por otra gente. Estaban en su derecho, faltaría más. Pero ahora hay una minoría que va de demócrata (y anti Gil) de toda la vida. Y no. Lo que no sabemos es, a esos, cuanto les habrá costado la obra. Su propia reforma interior.