Cuando Isis golpeó en Francia, los expertos explicaron por qué no ocurriría en el Reino Unido, dada la integración religiosa británica y su permisividad con las distintas veladuras impuestas por los islamistas a sus mujeres. Cuando Isis golpeó en el Reino Unido, los mismos expertos explicaron por qué estas carnicerías no se producirían en España, debido a la convivencia secular de las tres religiones del Libro. Ahora que se ha interceptado según la Audiencia Nacional un atentado en ciernes en una plaza de Inca, en Mallorca, los mismos expertos se disponen por fin al reparto de culpas. Por supuesto, las responsabilidades no se asignan a los autoproclamados terroristas islámicos ni a sus compañeros de religión. Los culpables vuelven a ser las presuntas víctimas, por no haber sido suficientemente generosas con sus presuntos asesinos. Y todavía peor, por islamofobia. En el lenguaje que mejor se entiende en la Mallorca de mil tradiciones incluida la musulmana, la materialización del atentado a cuchillo de Inca hubiera supuesto la pérdida de millones de euros y de miles de puestos de trabajo. Todo ello, porque a los verdugos en cuestión les molestan los bikinis o la dieta imperante en la isla. Queda así tal vez desmontada la acusación económica. En cuanto a la islamofobia, no se entiende por qué debiera ser más censurable que la fobia a las religiones en su conjunto, a las zanahorias o al Real Madrid, aunque siempre nos atenderemos al superior criterio de los expertos. Hemos estado a punto de disfrutar de las delicias del terrorismo islámico sin salir de casa, de ser culpables de un atentado de Isis. La circunstancia de que uno de los detenidos fuera nada menos que el representante legal de una mezquita de Inca, se despacha como una anodina casualidad. Los expertos se afanan a desvincularlo, sin aclarar en qué ámbito o ambiente se trasciende del rango de devoto al de acuchillador. En otro ambiente, cabría recordar que la religión debe someterse al Estado y no viceversa, pero es más cómodo sentirse culpable. A los expertos les gusta.