'Sólo faltó el Arzobispo', por Pablo Osés Azcona

Como es lógico, sigue coleando el escándalo de la exclusión de Juan Carlos I dela conmemoración de los 40 años de democracia. Una conocida periodista recuerda que ya se le ha arrinconado varias veces, “como a un apestado”; y reclama que “si se trata de un alejamiento razonado, que se diga y se justifique”. Pero ¿cómo se van a poder decir las verdaderas razones, si desde que era cadete, hay en su vida puntos muy oscuros, o incluso demasiado claros? Si, desde el primer día tras la muerte de su padre político, Franco, los dirigentes españoles tenían que haberle pedido cuentas, responsabilidad que lógicamente ha ido siendo cada vez más grave y culpable? ¿Si la única excusa que suelen dar para no hacerlo es que él podía quizás habernos hecho más daño en alguna ocasión? ¿Si, en vez de eso, le dieron hasta una increíble impunidad total, que hubiere impedido hasta nuestra entrada en la UE, sin la mentira, consentida por ella, de que sólo abarcaba sus acuerdos con los actos del Gobierno? Este parcial destierro político de Juan Carlos I constituye pues un pequeño progreso, aunque el no declarar las muchas y gravísimas razones de hacerlo muestra cuando nos queda todavía por hacer para conseguir el nivel democrático de países de nuestro entorno.