Le preguntaron ayer a Ruiz Espejo, delegado del Gobierno andaluz en Málaga, si quiere ser, si optará, si se plantea, ser secretario provincial de los socialistas. Espejo es hombre de proverbial prudencia, tal vez buen lector de Gracián. Nada dado a envalentonamientos. Rehusa comportamientos conducentes a la promoción personal, o por lo menos no es tan descarado en este aspecto como algunos de sus compañeros. Espejo va comiéndose marrones de aquí allá. Muy trabajador. Sábados y domingos incluidos. Problemas y verbenas, metro y Día de la Pasa y la entrega de premios de los no sé qué y la gala benéfica de los no sé cuántos y la jornada del melocotón y el pregón de Villabajo. Y una inauguración y el edificio de Correos que es un marrón y tal. Su puesto es, técnicamente, lo que hasta las más antagónicas escuelas filosófico-políticas darían en llamar un coñazo. Lo cual no significa que no sea muy deseado. El puesto, no Ruiz Espejo. Que a lo mejor también.

Y ahí va el hombre, con un perfil menos estridente que algunos de sus antecesores en el cargo, el de delegado de la Junta, que eran dados a hacer oposición al alcalde y a inventarse eslóganes e incluso a incitar a la prensa a sacarlos en fotos. Espejo despejó las preguntas como pudo, algo incómodo, hoy no toca, señores. Tampoco dijo que no a nada. A lo mejor estamos aquí especulando inocentemente con que lo pusieron en un brete (preguntándole si optará a la secretaría general) y resulta que estaba preparadísimo para la tal pregunta y tiró de manual, es decir, se fue por las ramas de Úbeda o los cerros de su natal Antequera o más allá, e hizo lo que se espera de alguien tapado y calculador y aconsejado por la oficialidad.

A Ruiz Espejo algunos malvados lo llaman Ruiz Conejo y no sabemos si es un hombre de consenso o un candidato que como le peguen el cartel de oficialista está listo de papeles, viendo como se comporta la militancia. Hay quien en el PSOE está haciendo un trabajo fino colocando bien a todo el que pudiera tener apetencias orgánicas. Hay también algún tapado. Y una posible tapada. Tienen ganas Soraya García Mesa (que el otro día recibía consejos en Casa Mira de un veterano socialista curtido en mil bregas internas) e Ignacio López, que está que no vive de aquí para allá.

También fue ayer jornada de «no toca» para Daniel Pérez, portavoz municipal socialista flamante que llega al cargo merecidamente y luego de currárselo y con la ambición legítima de ser candidato. No toca, dijo sin embargo cuando le preguntaron por la alcaldía.

Qué pechá de no toca. Lo mismo el no toca se convierte en eslogan oficial del PSOE. Así le fue a Susana Díaz, que de tanto no toca, no toca y no toca cuando quiso que tocara le dieron un revolcón que la dejó tocada.

Luego se echó a andar por la calle Alcazabilla, Dani Pérez, zona donde por mucho que te fotografíen no sale en las imágenes nada que haya hecho Francisco De la Torre (bueno, la peatonalizó) y que llegó al cargo un poco después de la construcción del Teatro Romano. Él también querría que no tocara la hora de, en su partido, elegir candidato.