Fue uno de los pocos buenos momentos de una semana llena de agrios presagios. Me reí con ganas cuando el gran Richard Cohen escribía hace un par de días en su columna del Washington Post que si Donald Trump junior fuese mas joven, el Tribunal de Protección de Menores tomaría cartas en el asunto. Alejándole inmediatamente de su padre y abriendo para su protección un proceso de adopción.

«Sería cómico, si todo esto no fuera trágico». Lo dijo Aldous Huxley cuando un grupo de los Camisas Negras del antiguo Fascio italiano irrumpieron un día en su casa de Florencia, buscando propaganda hostil al régimen del Duce Benito Mussolini. Pudo ser cómico también en la reciente entrevista que la Fox News le ofreció a Donald Trump junior. En la poderosa cadena de televisión norteamericana, la que suministra el cotidiano maná intelectual a los convertidos al trumpismo populista, vimos a un bisoño y algo nervioso junior. Confieso que me cayó bien el hijo del magnate. En aquel frágil aprendiz de brujo, resultaban conmovedores sus esfuerzos por restar importancia a su colosal metedura de pata. La de enviar esos correos que en estos momentos fortalecen las hipótesis de una posible ´Russian connection´ en las elecciones norteamericanas.

Me imagino que no debe ser fácil la vida dentro de esa burbuja imperial en la que vive la familia Trump, en un vacío ideológico y ético muy complicado. Y probablemente el junior Donald debe pasar momentos difíciles. Amigos de los Trump le describen como un simpático y relativamente inofensivo joven que desearía tener mas tiempo para sus aficiones deportivas. Me imagino que ser el hijo mayor de alguien como el actual presidente de los Estados Unidos no debe ser tarea ni grata ni fácil.

¿Le habrá llegado su momento de duda hamletiana, cuando vea en la tele que un trozo de la Antártica, con la extensión de cuatro veces la ciudad de Londres, se ha desgajado del continente helado? Mientras el monstruoso iceberg navega navega camino de su óbito final, es obvio que los mapas de la Antártica deberán ser rectificados. Más cerca de nosotros, en nuestros jardines y parques mediterráneos, las plantas y algunas especies de insectos crecen con más pujanza que nunca. Mientras los récords históricos de las temperaturas máximas se nos van cayendo como las fichas de una mala partida de dominó.