Cuesta entender cómo alguien a quien has querido durante años puede llegar a convertirse en un auténtico desconocido. Es la persona con la que compartiste tantas cosas€ Presenció tus momentos más íntimos. Te vio dándolo todo por tus hijos que son también los suyos. Antes su clan te adoraba y prodigaba tus virtudes a los cuatro vientos. Ahora no te soportan. Te has convertido en la bruja perfecta para poder justificar todas sus carencias. ¿Te suena la película? Desgraciadamente es la película que viven muchas mujeres. Tranquila, no estás sola.

Uno no conoce de verdad a la persona con la que lleva años conviviendo hasta que se divorcia. Entonces, y solo entonces, mostrará su verdadera cara. La rabia saca a la bestia que todos llevamos dentro, y son pocos los que encajan que les dejen con deportividad. Sólo la gente más madura logra aceptar que las relaciones se transforman y que a menudo no lo hacen como nos gustaría

Pero hay cosas que deberían ser sagradas, los niños deberían serlo. Los niños no deben convertirse nunca en moneda de cambio.

También la figura de la madre debería respetarse; ellas han dado su vida por sus hijos y los han criado para que salgan adelante. Sólo por ello han hecho mucho más de lo que nadie hará nunca. Desgraciadamente este esfuerzo está poco valorado. Se considera lo más normal del mundo. Pero esto cambiará. Hoy día empieza a haber una corriente de gente que se niega a dar a luz, y muchas señoras reniegan de las bondades de la maternidad que se reducen a «hazlo todo y no esperes nada a cambio, más bien al contrario, agradece que no te pateen en el intento». Con el tiempo nos pagarán y pondrán todo tipo de facilidades porque si no nacen más niños nuestra especie está abocada a la extinción.

También debería ser sagrada la figura del padre responsable y amoroso que acoge y se ocupa de sus hijos, y se encarga de transmitirles valores y de enseñarles el mundo. Y por supuesto, la figura de los abuelos que pueden llegar a tener una relación de calidad con los críos puesto que muchos padres delegan en ellos su cuidado cuando están trabajando. Los abuelos los acompañan sin el peso ni la presión que sienten los padres. Por ello suelen estar más relajados, aunque también hay de todo.

Las mujeres tenemos que luchar a todas horas. Para nosotras siempre hay un pero. Eres fuerte y valiente pero no eres suficientemente simpática, eres simpática pero no suficientemente atractiva, eres lista e inteligente pero cuidado porque intimidas, y si eres valiente, lista y hermosa pero no quieres tener hijos también te harán sentir incompleta. Si quieres apostar por tu carrera profesional, no te ganarás el estar en el reino de las madres abnegadas y te lo recordarán a todas horas. Y si eres una madraza que no está bien en pareja y te separas, entonces prepárate porque es probable que traten de demostrar que estás desequilibrada.

Se oye contar la misma historia una y otra vez a lo largo del tiempo y por distintas generaciones de mujeres. Y menos mal que ahora las leyes nos amparan.

Podemos ser despistadas, desorganizadas, descuidadas, a veces ir despeinadas, podemos buscar un sin fin de ´des´ que se nos ajusten como anillo al dedo pero que traten de demostrar que no estamos en nuestro sano juicio para salirse con la suya es ofensivo. Desequilibradas no, lo que estamos es hasta los ovarios de tanto machismo encubierto.

Afortunadamente el tiempo termina poniéndolo todo en su sitio, pero qué mal se pasa en el camino.