A ti, reventaor, que sobrevives gracias al milenarismo malaguita. A ti, que eres feliz viendo cómo el Málaga palma en Coín con el Sheffield United y no sabes ni escribir el nombre. A ti, que aprovechas que Roberto encaja un gol para recordar a Fernando Peralta, Koke Contreras, Willy Caballero o cómo han malvendido a Kameni. A ti, que no eres capaz de disfrutar de que el Málaga Club de Fútbol cuente con 23.000 abonados y dices que seguro que son en su mayoría catetos azuzados por abonos que le salen más baratos que comprar una entrada suelta para ver a su Madrí o su Barsa. A ti, chiquillo, que te molesta que la camiseta del Málaga cueste 85€, «porque es mu cara», pero eres de los que esperan a que la tienda oficial la rebaje a 30€ o te compras una réplica tailandesa. A ti, que eres el más malaguista, el que tiene moratones en el pecho de darte fuerte cuando dimitió Juande: «Ya lo veía de vení». O que cuando Gato Romero llegó fuiste su primer defensor -«Por fin uno de la casa»- y cuando fue cesado defendías que, de-toda-la-vida, estaba claro: «¿Con quién había empatao eze».

A ti, reventaor, que te encantaría ver al Málaga en Segunda. A ti. A vosotros -porque sois más de uno-, os digo que la RAE ha aceptado el imperativo plural del verbo ir más vulgar: «iros» y todos ponen el mismo ejemplo. Vosotros lo sabéis. Si el Málaga baja a Segunda, allí habrá que estar para verlo; si el Málaga tiene 23.000 abonados, buenos son y serán los que lleguen; si el Málaga pierde el primer partido de pretemporada o el primero de Liga, seguiremos sufriendo a su lado, con la blanquiazul. Este lunes en Atocha se me saltaron dos lagrimones cuando vi a un malagueño sentado en un restaurante con su familia. Le reconocí de lejos. Llevaba esa camiseta Rasán que tú, reventaor, seguro que tiraste a la basura cuando Antonio Benítez dejó el banquillo. A ti, reventaor, sólo te deseo que seas capaz de ser feliz disfrutando del Málaga. Tienes toda la vida por delante.