En su despacho colgaban, uno junto al otro, dos textos enmarcados. De un lado los 27 puntos del programa político de la Falange Española de las JONS, con un retrato de José Antonio Primo de Rivera, del otro, el Código de Ética de los Cuadros del Estado Cubano, con la imagen de Ernesto Ché Guevara. Paradoja de extremos de un hombre que soñó con ser torero y acabó lidiando hoteles y palacios de congresos.

Luis Callejón era la historia andante del turismo. Uno de los inventores que pusieron en marcha la que hoy es nuestra verdadera industria nacional.

Gurripato, enfermero y estudiante de botica, protegido de Felipe de Gunten y monseñor Rodrigo Bocanegra, la más alta de las flechas del sindicato tuvo una carrera fulminante en el hotel Pez Espada de Torremolinos hasta convertirse en el director más joven de España en el Skäl de Marbella. Pionero y visionario, implantó el buffet en el desayuno. Ideó y puso en marcha el primer hotel escuela del país. Escribió y produjo documentales turísticos como ´Marbella Paraíso del Sol´, con locución de Matías Prats. Participó en el primer viaje de promoción internacional de un destino andaluz, y también fue el primero que promocionó Andalucía en el mercado chino.

Controló las entrañas de hoteles como el Palmas Palace, el Beverly Park de Canarias y Las Pirámides de Fuengirola. Contribuyó al diseño del hotel el Puerto de Fuengirola, el complejo Benal Beach, el Marbell Center y el Byblos de Mijas. Dirigió también el hotel Alay de Benalmádena, el castillo de Santa Clara de Torremolinos y el Andalucía Plaza de Marbella.

Participó en el ordenamiento urbanístico y creación de Cancún en sus orígenes, cuando este destino de la península mejicana del Yucatán aún era un desierto de playas vírgenes. Se carteó con Francisco Franco. Se codeó con José Antonio Perón. Fidel Castro le fichó para incentivar el desarrollo turístico de la isla caribeña. En Cuba contribuyó a la apertura de una veintena de establecimientos hoteleros y asesoró en la redacción de una ley turística. Allí fue donde creó su propia empresa y propició la llegada de inversores españoles.

Fundó la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS), de la que sería uno de los primeros presidentes. Graduado Social por la Universidad de La Laguna, participó en numerosas negociaciones colectivas con los sindicatos. Ofició de Juez de Paz en Torremolinos. Colaboraba con varios medios de comunicación como articulista, tertuliano o fuente de consulta. Mosca cojonera en asuntos como la depuración de aguas de la Costa del Sol y la necesidad de invertir en publicidad y promoción de destino como lo hacen las multinacionales, su relación con la política es cuando menos curiosa. Este granadino de cuerpo gigantón y pobladas cejas trabajó con Jesús Gil y Pedro Fernández Montes lo mismo que con los andalucistas, el PC cubano, o el PRIM. Sus querencias, no obstante, siempre anduvieron en hacer Andalucía y las Américas.

Era inquieto, preguntón, perfeccionista y curioso. Cuando creía firmemente en algo actuaba de forma obstinada, tenaz y valiente. No sabía estarse quieto sin hacer nada; le aburría la contemplación. Mantenía, como una broma macabra, que sabía cuando se iba a morir: tres meses antes de su jubilación. Y por lo tanto, conocía también la fecha de su jubilación, tres meses antes de morir. Se equivocó por poco. En verdad estuvo activo hasta el final. Tras cesar como director del Palacio de Congresos de Torremolinos lo increíble es que se instaló en un despacho, y aún haría otra mudanza a una nueva oficina.

Aportaba perspectiva, transmitía entusiasmo y contaba miles de anécdotas. Se nos va Luis Callejón Blanco, en plena temporada alta, y quien esto escribe siente su pérdida como una especie de amputación. Buen viaje don Turismo.