Cuando solo tienes un par de zapatos, constituye un gasto imprevisto que a uno de ellos se le despegue la suela. Si extravías el único par de gafas que posees, ahí aparece otra sangría súbita. Si te despiertas con dolor de muelas y careces de una caja de resistencia para desembolsos accidentales, procura continuar durmiendo. O fíngelo, a ver si funciona. Si aparece una humedad en el techo de la cocina y el vecino de arriba no tiene seguro, si se estropea la cisterna del retrete, si la nevera deja de enfriar, si el microondas, si la lavadora, si la cerradura de la puerta, si el esguince€ Gastos imprevistos no significa gastos raros. De hecho no hay semana en la que no se manifieste alguno. La ortodoncia del niño, el entierro de la abuela, la multa de tráfico, la avería del coche€ Lo imprevisto está a la orden del día. Lo sabemos todos y cada uno de nosotros, pero lo conoce a fondo el casi 40% de las familias españolas que no pueden hacer frente a ninguno de estos gastos, que a veces se presentan de dos en dos, incluso en grupos de tres o cuatro, desobedeciendo minuciosamente la orden de dispersarse.

Leemos que el aceite de girasol ha ganado la batalla al de oliva (que se rompa la botella de aceite, por cierto: otro gasto imprevisto). No es que haya una guerra entre los dos aceites, sería absurdo. Tampoco que prefiramos el de girasol. Es que el de oliva es más caro. Producimos masivamente un manjar al que la mayoría no tiene acceso. En la contabilidad antigua había un Libro Mayor que lo explicaba todo y en el que todo encajaba como las dos mitades de una nuez. Sería mucho exigir el Libro Mayor cuando está en vías de extinción el de reclamaciones, pero nos basta la cuenta de la vieja para advertir que las cifras que da el Gobierno y las que nos proporciona la vida no cuadran. No se puede crecer a un ritmo heroico, comparable con la llegada del hombre a la Luna, y sufrir por los gastos imprevistos en los porcentajes que señalan las estadísticas. Es imposible que en un país de olivos, y con lo saludable que es su aceite virgen extra, gane la batalla el girasol. Tales distorsiones solo se explican si los ricos son cada día más ricos y los pobres más pobres cada vez. Esa involución no estaba prevista, ni en nuestras peores pesadillas.