La gran actualidad devora a la mediana, y ésta a la pequeña, con la misma rutina con que el pez grande se come al chico. Esto ha pasado, y pasará, con los terribles atentados de Catalunya. Aunque no será una digestión duradera, en momentos así, con las conciencias conmocionadas por los crímenes, parece incluso de mal gusto ocuparse de sus consecuencias en otros órdenes, como el impacto sobre el ´procés´. Es evidente que, por más proclamas y gestos de unidad que se hagan, se abre un juego de competencias, y una puja de protagonismo/culpabilización, soterrada o no, entre los poderes que controlan la seguridad. Por otra parte una detonación de magnitud semejante afectará, aunque no tenga nada que ver, a los estados masivos de opinión. En qué sentido lo haga es impredecible, y sólo en tiempo pasado surgirán explicaciones ´lógicas´. Cierro paréntesis y pido perdón por distraer del duelo.