El Barc?a atraviesa la tormenta perfecta para dar carpetazo durante mucho tiempo a la mejor etapa deportiva de su historia. Las secuelas de la fuga de Neymar recuerdan demasiado al estado depresivo que siguió a la de Luis Figo en el an?o 2000 al Real Madrid. Los dirigentes barcelonistas se sintieron en la obligacio?n de compensar a su despechada aficio?n con un pun?ado de fichajes, en los que pesaba ma?s el nombre, incluso el precio exagerado, que las necesidades reales del equipo. Overmars, Petit o Saviola son tres ejemplos de lo malas que son las prisas.

Los defectos del Barça actual no aparecen de repente en la ida de la Supercopa pasada. Ya la pasada temporada, con Neymar en juego, el equipo dio muestras de debilidad cuando enfrente habi?a un rival de alto nivel. Neymar estaba, por ejemplo, en el 4-0 dePari?s y en el 3-0 en el campo de la Juventus, que primero hipotecaron y, finalmente, acabaron con los suen?os europeos del Barc?a. Y en ambas ocasiones, como en otras que costaron el ti?tulo de Liga, quedo? en evidencia el origen del mal: el centro del campo azulgrana, donde habi?a empezado todo, ya no impone su ley.

Algunos creyeron que aquellos destrozos se solucionaban sen?alando con el dedo a algunos jugadores (Mathieu, Mascherano, el invento de Sergi Roberto lateral), cuando el problema era colectivo. Por eso ahora los oportunistas se ceban con los ma?s de?biles, empezando por Deulofeu, que ya teni?a a priori todas las papeletas por la imposible misio?n de sustituir al ex i?dolo brasilen?o.

A Neymar no lo puede sustituir Deulofeu, ni Dembe?le?, ni Coutinho. Ninguno de ellos podri?a brillar en un equipo que, negado por el rival como hizo el Madrid, convirtio? su juego de ataque en un embudo del que era imposible que saliese nada positivo, salvo que Messi consiguiera frotar la la?mpara. Aquel centro del campo que encumbro? al gran Barc?a (Xavi, Busquets, Iniesta) es historia. Sin el «6», con el «8» en la lo?gica cuesta abajo y el «5» solo ante la inmensidad, la regeneracio?n tiene que llegar de fuera.

Cuesta pensar que Paulinho, un buen jugador para un estilo diferente al del Barc?a, pueda contribuir a la reconstruccio?n del eje. Ni siquiera la lluvia de millones que ha llegado al Camp Nou justifica este desembolso, que recuerda a aquellos de principios de siglo. Por eso, ahora ma?s que nunca, se impone que Bartomeu y su gente tiren de sentido comu?n. Eso, un poco de seny, por favor.