'Descubriendo personas', por Pablo Osés Azcona

u A primera hora a la playa vamos sobre todo los mayores. Los miro despacio mientras me ablando como un garbanzo en el agua. Se les ve entretenidos, agradecidos al sol, amables con sus parejas, parecen felices.

En mi reflexión acuática creo descubrir para qué vivimos, nada menos que para llegar a tener una gran estima hacia todos.

Ya consigo en plena senectud ver a todos tan interesantes por lo menos como me veo a mismo. Portadores de historias propias llenas de amor, dedicación, frustraciones, aceptaciones, esfuerzos y logros.

También cuando más de cerca puedo contemplarles en paseos, trenes o autobuses , hago ejercicios de procurar valorarlos mucho, hasta más aún de lo que ellos se valoran a sí mismos. Camino hacia la fraternidad.

Me irrito pues con esos comentarios de que la gente es así o asá, siempre para concluir que es defectuosa y por supuesto peor que el parlante. Quedarse atrapado en defectos ajenos para creerse mejor es un claro escollo que impide descubrir el valor de cada persona.

Ya sé que hay terroristas y fanáticos, muy minoritarios aunque muy perniciosos. Son el elemento difícil de encajar en mi estima de los demás, pero siento que le daré más solidez a mi teoría cuando lo consiga.