Celebrar el 40º aniversario de la muerte de Vladimir Nabokov (1899-1977), uno de los mayores escritores del siglo XX, es también un modo de ir preparando el centenario de la Revolución rusa. A fin de cuentas Nabokov es uno de sus exiliados más ilustres, lúcidos y bienhumorados. En uno de sus relatos (Pnin), y pese a haber dedicado como traductor y crítico parte de su vida a Pushkin, Nabokov ironiza sobre "la enfermiza costumbre que siempre había tenido de recrearse en la idea de la muerte". Sin embargo, sólo dos páginas después, y como para ilustrar el modo de hacer lo mismo que Pushkin sin perder el humor, describe un sacapuntas como ese instrumento que "se va alimentando de barniz amarillo y dulce madera, y que termina en una especie de insonoramente giratorio vacío eterno, tal como nos ocurrirá a todos". Jamás nadie ha sacado punta a un sacapuntas con tal ambición filosófica.