Málaga, ¡qué bonita eres!

Durante la mañana del sábado día 9 del 9 de 2017 tuve que recorrer prácticamente media Málaga hasta llegar a la clínica, que está en un pasaje de la plaza de la Constitución, donde han escaneado la cabeza a mi señora con un tac. Debí tomar el tren porque me perdí con mi coche hecho 100% en Linares hace 15 años y lo aparqué en la plaza de la Merced para seguir andando a través de calle Larios, Granada, Cisneros, que me sorprendieron gratamente por la limpieza en el centro urbano y me enamoraron otra vez por la personalidad autóctona que irradian todavía. Llegué un minuto tarde a la cita habiendo recorrido el Perchel, Capuchinos, la Victoria y mi propio barrio, la Trinidad. Me di cuenta de que las maravillas arquitectónicas construidas a principios del siglo XX en la periferia están cutrefactadas y la higiene de las vías públicas alcanzan un suficiente bajo con un 4.

Una vez escaneada mi señora, hemos desayunado un descafeinado doble con leche, un cortado y una fuente de tejeringos en una terraza en la plaza Uncibay junto al antiguo cine Málaga Cinema donde nos alcanzó un rayo de sol desde un cielazo despejado. El servicio era insuperable y me cobraron sólo 4 euros 50. Usé el baño de la cafetería Doña Francisquita donde hay una puerta de un metro y medio de altura decorada con filigranas nazaríes que me sorprendieron muy gratamente, además de la higiene tan propia de aquellos semitas. La belleza de Málaga aumenta con su autenticidad. Disfrutado el ambiente matutino durante el desayuno, nos hemos dirigido a una tienda de sombreros para comprar una boina igual que la utilizada por mi padre y miles de malagueños cuando trabajaba en el puerto descargando sacos hace 60 años. El patrón me reconoció. ¿Cómo sabe quién soy ? «Muy simple, porque usted ha dicho: Chapela no, boina andaluza». Me emocionó.

Bartolomé Florido LuqueTorremolinos