El preludio hacia el encuentro otoñal transcurre sombreado por aciagos trazos esbozados sobre un período con una alta escala convulsiva, tanto fuera como dentro de nuestras lindes. Mientras en todo el globo se viven situaciones muy azarosas, las cuales para muchos catastrofistas poseen tinturas apocalípticas: fuerte terremoto en México; devastador huracán ´Irma´ en el Caribe, en Florida€, en el planeta España se inhala una atmósfera de incertidumbre aventurada suscitada por unos recalcitrantes independentistas catalanes, quienes comandados por un gobierno necio y desafiante están diseñando estrategias anticonstitucionales, generando todo tipo de artimañas para crear «un clima bélico», como ha manifestado el ministro de Justicia, Rafael Catalá, ante la celada convocatoria del referéndum del 1 de octubre. Ello conlleva que en el país, en Málaga, ese ambiente de desasosiego no pase inadvertido y en todas las tertulias, sean profesionales o domésticas, esa crecida de intranquilidad sea manifiesta.

Sin dejar el tema de los aluviones, la ciudad -otro año más y van décadas- debate sobre las inundaciones, sus causas y desenlaces. La I edición del foro «Inundabilidad y lluvias torrenciales en Málaga» reunió a diferentes representantes de las administraciones públicas, colegios oficiales y expertos con el compromiso de analizar medidas preventivas frente a la fragilidad de esta urbe en materia de anegaciones. Es esencial y urgente, de una vez por todas, se hallen soluciones funcionales para que los términos riada, daños y siniestros por inundaciones queden delimitados, de forma definitiva, en las páginas de la historia de una villa anegada periódicamente debido a la carencia de equipamientos e infraestructuras eficaces. No debemos olvidar que el ciclo del agua y el de la vida son uno mismo. El otoño se atisba expectante.