No sé si es por ganar dinero o por la búsqueda de fama, pero la gente hace locuras por salir en la tele y, cada vez más, por conseguir seguidores en internet. Ahí tienen decenas de programas repugnantes donde la gente vende su dignidad por cinco minutos de gloria ante una cámara. Pero es más grave lo de internet porque está al alcance de cualquiera. Lo de YouTube es inaudito. Cada día se cuelgan millones de vídeos caseros con contenidos desde absurdos a repulsivos. -Venga, vamos a ver cómo reacciona un mendigo si le lanzamos un gato cuando duerme en un banco-. Para troncharse. Es verdad que hay youtubers que se han hecho ricos colgando chorradas, pero ¿todo vale? Mike y Heather Martin debieron creer que sí y se dedicaron a colgar multitud de bromas pesadas en su canal de YouTube, con más de 700.000 suscriptores. Lo más grave es que las víctimas de sus bromas eran sus propios hijos que con frecuencia acababan llorando o autolesionándose para regocijo de los espectadores, lo que al final ha costado a los padres la custodia y cinco años de libertad vigilada. Aunque los vídeos han sido borrados tras la intervención judicial, sólo con algunos de los títulos podemos hacernos una idea de lo que para estos cachondos padres era una broma: «A Ryan le llueven huevos», «Jake descubre una caca en su cama», «El niño se come lo más asqueroso de su vida», «Una madre psicópata pone un cuchillo en el cuello de su marido»... Chulo, chulo. En algunos vídeos incitaban a sus hijos a pegarse ante la cámara o a golpear a su hermana: «Pégale, ella no es una mujer, es tu hermana y no cuenta». En un vídeo ya retirado, Cody, el objeto preferido de las bromas de sus queridos papás acababa amenazando con quitarse la vida si seguían humillándolo tras recibir una bronca monumental por tener su cuarto hecho un desastre, cuando habían sido los propios padres los que lo habían desordenado para grabar la reacción de la criatura, que va a necesitar un ejército de psicólogos para entender que esas humillaciones y acoso de sus papás no eran más que bromitas para conseguir likes en internet. Este caso viene de Estados Unidos, pero la moda de buscar o crear imágenes que puedan convertirse en virales ha llegado a todo el «primer mundo». ¿Cuántos vídeos no se han visto en las redes o en la tele del bebé que se cae de boca en el barro, del vecino que se pega un trastazo en la piscina o de tropezones y situaciones ridículas hasta de la propia madre del chistoso youtuber de turno? Es verdad que hay que tomarse la vida con humor, aunque visto lo visto, algunos necesitamos reciclarnos para encontrarle la gracia a eso de putear a los seres queridos.