No hay que enfadarse con un huracán. Y menos si viajas en su búsqueda. Un reportero puede plantear, como se discutió días atrás, la necesidad de que las cadenas le manden con micrófono y chubasquero a echarle un ojo, porque corre el riesgo de que sea el huracán quien le eche el ojo a él. Un ojo con vientos de 250 Km/h. Pero, al margen de ese simpático detalle acerca de sus penosas condiciones laborales, no se puede enfadar con un huracán.

Repasemos algunos casos ocurridos por aquí recientemente. ´El programa de Ana Rosa´ (mañanas de Telecinco) manda reporteros a informar in situ de los problemas de convivencia que causan los okupas en Madrid, y ´Espejo público´ (mañanas de Antena 3) manda reporteros a informar in situ de los problemas de convivencia que causan indigentes y toxicómanos en Sevilla. Allí se encuentran con el huracán que motivó su viaje: reciben amenazas y viven los problemas de los que han ido a hablar. Así que hacen un gran trabajo periodístico informando de la situación gracias a que la situación entra en su reportaje. ´El programa de Ana Rosa´ también envía a un reportero a Tordesillas para informar de cómo viven la fiesta del Toro de la Vega desde que tienen prohibida la muerte del animal. Unos manifestantes a favor de la fiesta tradicional lo hacen saber colocando una pancarta delante del reportero. Gran reportaje en directo gracias a que el huracán impide en directo hacer el reportaje en directo.

Más extraño fue lo ocurrido con unos reporteros del ´Telediario´ enviados a Cataluña. «Nos están impidiendo hacer el directo. Están agrediendo ahora casi a nuestro reportero, como ven, en protesta por estos registros. La persona que tengo aquí detrás también está protestando», dice la reportera. Pero esa agresión no se ve por ninguna parte, y sí al reportero empujando antes a quien estaba tras su compañera con una pancarta. Desconcierta que estos reporteros recorran tantos kilómetros para hacer un reportaje mostrando la situación y después se enfaden con el huracán.