El guión era éste: habría referéndum, aunque fuera artesanal y sin garantías; de tener más votos el sí que el no (en puridad bastarían 2 y 1, respectivamente) quedaría declarada la República de Catalunya, entrando en vigor la constitución provisional ya aprobada por el Parlament. Parece una broma, pero ésta y no otra era la broma, que se convertiría en hecho consumado el 2-O mediante manifestaciones XXXL que tomarían la calle en toda Catalunya. Por favor, tómense lo anterior en serio, porque esa era la película que estaba ya montada, y que los poderes del Estado han cambiado por otra. Esta no es buena, pero la otra era peor, y se habría prevaricado si no se hubiera hecho. Ahora, salvo convocatoria de elecciones, la apuesta independentista se traslada a la calle en Catalunya, pues ya no hay vuelta atrás. Pero sólo se ha anticipado lo que estaba previsto en el guión: la ley de la calle.