La noticia se conoció el pasado día 19: la compañía juguetera estadounidense Toys R Us firmaba su quiebra en un tribunal de Virginia, tras acogerse a la protección del Capítulo 11 (a partir del cual, la empresa mantiene el control sobre sus operaciones, aunque bajo supervisión judicial). ¿El motivo? Hacer frente a una enorme deuda de 5.000 millones de dólares, lo que obligará a una reestructuración de su red comercial, con cerca de 1.600 tiendas y 64.000 empleados. Supone la mayor quiebra en una empresa de ventas minorista de los últimos 15 años.

Nos encontramos, de hecho, ante una nueva víctima del fenómeno que ha revolucionado las ventas online, gracias a la asunción de unos márgenes irrisorios, lo que le hace ganar cuota de mercado de manera constante: Amazon, creada y dirigida por Jeff Bezos. Solo hay que fijarse en un dato: si las ventas online de juguetes y productos de bebé de Toys R Us (su especialidad) supusieron 912 millones de dólares de facturación en 2016, Amazon obtuvo (solo con esa rúbrica) 2.163 millones de dólares, durante el año pasado.

La cuestión es que el cambio de los consumidores (ya consolidado), que provoca que se compren cada vez más productos online, incluso los juguetes, no se limita a este ámbito: Bezos pretende abarcarlos casi todos (hasta los productos frescos), lo que augura un futuro problemático al sector minorista. Sin contar con las consecuencias para el mercado laboral: el pequeño comercio aún es esencial para el empleo del país, pero, ¿por cuánto tiempo?

Y es que, hagámonos esta pregunta: hace 10 años, la mayoría aún compraba un libro (o una nevera) en una tienda especializada; en cambio, ¿cuántos no nos dedicamos a mirar, primero, en tiendas físicas y, después, lo encargamos online- más cómodo y barato?