Ciertas casas comerciales y empresas suministradoras utilizan agresivas estrategias que deben ser censuradas. Seguro que han padecido alguna vez esas malas prácticas: el agente (por teléfono o directamente en la puerta de casa) recita de corrido una serie de tarifas ventajosas, con la advertencia, eso sí, de que deben ser aceptadas en el instante; de lo contrario se pierde la posibilidad de obtener los beneficios de la oferta. El usuario, que en ese momento tenía su mente ocupada en asuntos más perentorios, se ve presionado a aceptar la propuesta sin tiempo para su estudio o su comparación con otras alternativas. Si el incauto pica, quizá al sentarse con calma a valorar lo sucedido sea consciente de que ha cometido un terrible error, pero será tarde. La aceptación ya estará firmada.

Las ciudades también experimentan a veces estas tácticas: cuando los promotores de una torre de 135 metros de altura apremian a acelerar los trámites para su formalización, por ejemplo. Una decisión que puede hipotecar a Málaga durante siglos en algunos aspectos fundamentales.

Cuando yo firmé la hipoteca de mi casa, al menos el notario tuvo la deferencia de decirme que me tomara todo el tiempo necesario antes de asumir semejante carga. Por suerte, en el caso del hotel del morro de levante hay entidades independientes y prestigiosas que han aconsejado cautela y previenen acerca de los graves inconvenientes que trae aparejado el proyecto, requiriendo estudios en profundidad antes de asumirlo irreversiblemente. Las autoridades, sin embargo, se comportan con la desenvoltura del comercial que nos incita a firmar ya, olvidando cuál es su papel y desoyendo los sabios consejos de mi notario. Miren que luego será tarde.