Los acontecimientos impactantes pueden dejar en segundo plano el origen de los acontecimientos. En las fatídicas jornadas del 6 y 7 de septiembre el Parlament dio un golpe de estado jurídico, un hecho consumado que el Govern llamó a refrendar en las urnas. Los Tribunales, defendiendo la Constitución, ordenaron impedirlo a todas las fuerzas policiales. El Govern siguió adelante de forma insensata, y los Mossos desoyeron las ordenes de los jueces. Esos son los antecedentes inmediatos. Los más lejanos vienen de un 10 de julio de 2010, cuando los catalanes salieron en masa a la calle en protesta por la anulación por el Tribunal Constitucional del Estatut que años antes habían aprobado en referéndum. El barrizal de ayer cae a plomo de los lodos que el Parlament soltó hace casi un mes, pero estos vendrían de los polvos que el nacionalismo español más miope había expandido siete años antes.