El partido se juega sin público en las gradas pero televisado en directo, Las Palmas decide jugar el partido con una banderita de España en la camiseta, Aleix Vidal es titular, el árbitro se crece con el silencio y desenfunda tarjetas amarillas con hierática chulería, Barcelona estalla fuera del Camp Nou mientras unos u otros invocan el nombre de la democracia, los políticos que han sido incapaces de evitar el brutal choque de trenes del uno de octubre siguen cobrando sus sueldos, el vicepresidente del Barça dimite, Busquets nunca ganará el Balón de Oro, Piqué se convierte en el enemigo público número uno, dos y tres de la unidad de España y tiro porque me toca, las rotaciones son imprescindibles en el fútbol moderno pero Messi nunca rota, entrevistan en la tele a ciudadanos de ´a pie´ y nos encontramos con que cuanto más odian a Cataluña más insisten en que Cataluña no se independice de España, el caso de Arda Turan terminará alimentando uno de los programas de Iker Jiménez cuando se agote el catálogo de farsantes que insisten en demostrar que las pirámides de Egipto no las construyeron los egipcios, los negacionistas del cambio climático se hermanan con los negacionistas del juego de Luis Suárez, el comunicado de La Liga presidida por el tal Javier Tebas se conoce cuando el partido ya ha empezado, no hay aficionados en el campo pero un espontáneo vestido de amarillo salta al terreno de juego€ ¿Alguien entiende algo? Hasta el siglo III a. C., los griegos escribían sin espacios entre una palabra y otra, sólo utilizaban las mayúsculas y no tenían signos diacríticos que diferenciaran unas palabras de otras, de forma que un texto griego de aquella época es para nosotros un sola y enorme palabra escrita con mayúsculas. El primer párrafo de este artículo tiene espacios entre las palabras, minúsculas y signos diacríticos, pero es tan incomprensible como un texto griego anterior al siglo III a .C. No basta con saber griego clásico para traducir los textos escritos en piedra que salpican el suelo de la Acrópolis de Atenas, y no basta con llevar toda una vida viendo partidos de fútbol y viviendo en el mundo real para entender lo que pasa en el fútbol y en el mundo real. Barça y Cataluña son textos escritos en griego sin espacios, sin comas y sin minúsculas. Desesperante.