Voces y silbatos, con permiso del vecino de turno; tensión y nervios. Uniformes, balones, calzado a estrenar; ilusión, entrega, sueños y objetivos. Pulsaciones por encima de lo normal, disciplina, valores y juego limpio. Respeto. Pizarra, instrucciones, análisis y cortes de vídeo. El olor a pega. Los rituales previos al partido. La prenda, el amuleto que siempre le acompaña en cada encuentro, que le hace mantener el optimismo. Gritos de ánimo.

La confianza en mi compañero, en mi equipo, en mi mismo. El abrazo del rival, del entrenador, del árbitro al acabar el partido. El dulce aroma de la victoria. El sabor amargo de la derrota. Los primeros golpes, raspaduras y lesiones; goles, brazos en alto, celebraciones. Paradas espectaculares. Balones colgados, roscas majestuosas o potentes lanzamientos. Autobuses, vehículos particulares convertidos en pequeñas divisiones de un ejército dispuesto a disfrutar, a lograr sus propósitos. El beso de esa madre o la mirada cómplice del padre antes de subir a la grada. La esencia del deporte, del balonmano base en estado puro.

Formación en círculo y un grito de guerra. Ha llegado la hora de la verdad. El momento de poner en práctica la ingente información que los entrenadores han ido proporcionando a sus chicos y chicas durante estas semanas de pretemporada. El instante de procesar todos los conocimientos adquiridos para ponerlos al servicio del equipo. Comienzan las competiciones provinciales, de base. Desde alevines a juveniles, decenas de equipos se lanzarán el próximo fin de semana a la calle para jugar sus primeros encuentros oficiales. Llenarán pistas y pabellones de actividad con objetivos distintos, dentro de un marco abundante en valores.

Con el balonmano malagueño a pleno rendimiento, ponemos fin a los cursos de árbitro y monitor que desde principios de septiembre venimos celebrando. Atrás queda ya también el clínic provincial de árbitros y esa maratoniana jornada de pruebas físicas y reglamentarias con la que todos los colegiados se ponen a punto. En el horizonte cercano se vislumbra el Campeonato de Andalucía infantil y la ilusión de un grupo de jóvenes talentos, que dirigidos magistralmente por un elenco de entrenadores, llevan a gala la formación educativa por encima de todo.

Una vez al mes volveremos a disfrutar de la Liga Benjamín patrocinada por la Diputación de Málaga e insistiremos en la importancia de erradicar de nuestro deporte cualquier conducta poco edificante con la campaña «Quiero jugar sin insultos». Disfrutaremos del balonmano de otras muchas formas. En pista reducidas, con reglas sencillas. O en la playa. Colaboraremos con aquellas instituciones que nos lo requieran para poner en marcha proyectos, escuelas o sus propios Juegos Deportivos.

Y llegará el final del curso, se disputarán las finales y los vencedores avanzarán hacia los campeonatos territoriales y nacionales mientras nos quedamos pensando como darles nuestro humilde reconocimiento. Queremos seguir creciendo. Ser agradecidos. Destacar los éxitos de los nuestros. Premiar y reconocer a los que nos ayudan. Soñamos con una Gala que llegue a los mil invitados. Nos va la marcha. Porque sin objetivos, sin proyectos, se corre el riesgo de caer en la monotonía. En la desidia. Partimos con las pilas cargadas, ¿nos acompañas?