En el día a día, la persona (máscara) guía el carácter, o al revés, y somos predecibles. Pero una cosa es el día a día y otra muy distinta el día, o sea, el momento en que puede decidirse nuestra suerte. Entonces no manda la persona, ni el carácter, sino el genio interior, un latigazo que llega de las profundidades. A las 10 de esta mañana sabremos si el genio interior del president es el de un catalán característico o el de un español racial. Si, pese a la cultura de origen y a la inmersión reeducativa, aflorase en Puigdemont el genio de un español del tipo más castizo y terco, practicante del mantenella y no enmendalla, proclamaría ya la república catalana. Si, por el contrario, su genio interior es catalán, Puigdemont transigirá algo (por ejemplo, convocar elecciones para revalidar la independencia), buscará ganar adhesiones en el exterior, y jugará al comercio. Creo que es catalán.