Mientras el norte de España arde de forma ambivalente y despiadada de levante a poniente -el noreste, por un contubernio irracional con la finalidad de desestabilizar a todo un Estado con una extorsión soberanista ilegal sin argumentos históricos y ningún apoyo internacional debido a su sinrazón; el noroeste, devastado por las infames llamas encendidas por un grupo organizado de depredadores parricidas de una tierra que los acogió y protegió-, el sur padece también otro tipo de vehemencia afincada en nuestros campos transfigurada en el espectro de la sequía.

La desecación generada por la disminución de los recursos hídricos en la provincia es considerada por los agricultores malagueños como «crítica», augurando éstos un abastecimiento agrícola para algo menos de una añada. Esto es, si no llueve en abundancia en los próximos meses, la situación se convertirá en dramática en la estación primaveral. Las cifras así lo reflejan, las pérdidas en la provincia de Málaga ascienden en la actualidad a 45 millones de euros de facturación, siendo el cultivo del olivar el más perjudicado con un 80% junto al cereal y la patata, según un estudio presentado por la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA-Andalucía).

¿Solución? A la espera de las apremiantes medidas a adoptar tras la reunión pendiente de esta organización con la Consejería de Medio Ambiente, la única que cabe y debemos de aplicar para siempre es la concienciación en el ahorro de agua. El campo somos todos: lo necesitamos sustancialmente y él nos precisa ineludiblemente. Inmersos estos días en la cultura japonesa, nos sugiere un proverbio nipón: «La lluvia es solo un problema si no te quieres mojar». Ante la espera de las anhelantes precipitaciones, impregnémonos en la conservación del agua. Así sea.