El pasado jueves fue el día mundial del cáncer de mama. Esto pasa inadvertido para ti cuando no tienes ningún caso cerca. Vamos, eres respetuoso con lo que significa pero no se te encoge el corazón cuando oyes hablar de la enfermedad. Si no es por la campaña ni sabes qué día del calendario está adjudicado a la causa. Como siempre, todo cambia cuando te afecta. De hecho, para mí es el día mundial del cáncer de mama cada día desde hace siete meses. Parece mentira que cada año se generen en España 27.000 casos. Es cierto que ahora el porcentaje de curación es mayor (80%) porque la medicina ha avanzado y porque el aumento en el número de casos hace subir el porcentaje. Cosas de las matemáticas. También crece el porcentaje de curación por el hecho de que cada vez padecen la enfermedad mujeres más jóvenes.

No sabes si te tocará a ti ni por qué, aunque sabes que tienes más posibilidades si hay precedentes familiares o si tuviste un hijo con más de treinta años. Pero ya os digo yo que no cumplir ninguna de estas condiciones no te salva de él.

Cuando nos tocó no comprendíamos nada. No entiendes por qué a ti y lo que te cuentan sobre el tratamiento te pone los pelos de punta. Ana lo ha afrontado con valentía, sin esconderse, sin querer dar pena. Ha contado a todos cómo nos iba y cómo superábamos cada sesión de quimio o cada ciclo en el proceso de curación. No existe espacio para el miedo. El miedo se vence haciendo una vida lo más normal posible dentro de lo que te permiten las circunstancias especiales. Ana es un ejemplo admirable. Sin duda que hemos tenido días muy malos, pero han sido más los días en los que el amor ha vencido. Desde el primer día demostramos al cáncer que con nosotros no iba a poder, que éramos mucho más fuertes y que juntos hacemos un equipo invencible.

También dicen que el proceso por el que pasas minimiza tu autoestima por aquello de los cambios físicos que produce. Esto yo personalmente tampoco lo he percibido. He visto a Ana cada día más guapa. Está bonita con pelo corto o sin pelo; linda con sombrero o con pañuelo; preciosa maquillada o sin maquillar; bella con pijama o lista para salir. Y yo sólo tengo ganas de llenarla de besos así que no estoy muy de acuerdo con que la enfermedad deteriore el aspecto físico.

Sí os digo que en estos meses he aprendido mucho. Es curioso el filtro que pasan las amistades. A nadie le echo en cara nada y cada uno hace lo que cree conveniente. Sólo me sorprendió lo atentos que están a nosotros amigos que viven a cientos de kilómetros o que apenas hablaba con ellos (a algunos no los he visto en 30 años) mientras que otros con los que he tenido una relación mucho más estrecha de día a día han desaparecido prácticamente. Estas cosas no se olvidan y muchos entraron en mi corazón mientras que otros siguen siendo amigos pero ya de otra manera. Impresiona la de gente que ha estado pendiente de nosotros, en algunos casos personas que ni conocíamos. A todos, gracias, de corazón.

También aprendes a evaluar los problemas. Ahora cuando te cuentan cosas que te dicen que son problemas no te ríes por no ser maleducado. Nos ahogamos con cuestiones que nada tienen que ver con un verdadero problema. Cuando tienes uno, como ahora nosotros, lo mejor es afrontarlo con naturalidad sin que te supere.

Lo más importante que aprendí es que la vida hay que vivirla y hacerlo con ilusión junto a los que quieres. Dejar eso que creemos que son problemas a un lado con responsablilidad y poner tu atención en ser feliz y disfrutar de todas las cosas maravillosas que te rodean. Os aseguro que Ana y sus ganas de vivir me han enseñado todo esto, algo fundamental para vencer la enfermedad. Y es que, aunque todavía no hemos acabado con este largo camino, el cáncer lo tiene jodido con nuestras ganas de vivir.

Acabo con un tuit que Ana colgó el mismo jueves en el que decía que esto de los lazos rosas está fenomenal pero que las armas contra el cáncer son la inversión en sanidad y los chequeos y autoexploraciones para descubrirlo lo antes posible. A esta verdad sólo le añadiría que el arma más letal son las ganas de vivir que tú has demostrado, mi amor. Y no te sientas sola en esta lucha que contigo estoy, contigo estamos.