Cuellos de jirafa

Creían los independentistas que ellos eran hermosas jirafas, que veían más que los demás desde la altura de sus cuellos. Y no fueron capaces de descubrir la falsedad de la felicidad virtual de su independencia posmoderna. Ni subiéndose al capó de la Guardia Civil.

Pero las jirafas, que parecían intocables, ahora se están extinguiendo. Se las comen en África.

Tantos años para construir un sabio animal con mucha altura de miras y lo liquidan con dos calentamientos en el Parlament depredador.

Ojalá entre las masas de banderas aún sobresalga algún cuello de jirafa, que otee bien el horizonte y evite que se hagan independientes y sigan comiéndose hasta la última jirafa, repitiendo empecinados que es mejor que el jamón español de Jabugo.

Pablo Osés AzconaFuengirola