El otro día oí en la radio la de Cicerón «Para ser libres hay que ser esclavos de la ley». Venía a cuento del tema catalán, ese que ha dividido a la gente en independentistas o fascistas, con permiso de los equidistantes.

A mi sin embargo me gusta más la de Montesquieu que dijo que «La ley debe ser como la muerte, que no exceptúe a nadie» porque si haces excepciones ya no es uña ley, es arbitrariedad.

Esa cita del político francés viene muy al pelo con otro asunto, este más local, de La casa invisible. El alcalde no le mete mano a la cuestión, lleva varias legislaturas sin meterla. Es un espacio público que costó varios millones, está ocupado ilegalmente y hay un negocio para unos cuantos, que no cumple ninguna norma de las muchas que deberían cumplirse como local de pública concurrencia.

Ahora se quejan de un desalojo encubierto, lo cual me parece una desfachatez. Deberían desalojarlos con luz y taquígrafos para que todo el mundo viera cómo se cumple la ley con todo el mundo, y se hace con ello como con todo el mundo. Ni más ni menos.

Lo contrario sería tratarlos con privilegios de casta y entonces serían la casta invisible, cosa que seguro que en su eje de la gestión ciudadana horizontal está mal visto. Todos iguales, incluso ellos.