Mi ordenador va bien, cumple todas mis órdenes, menos la de apagarse. La cosa comenzó hace cuatro o cinco días. Salí de la cama, me aseé, y preparé un té que me llevé al estudio. Para mi sorpresa, el portátil (siempre trabajo con portátil) estaba funcionando. Pensé que quizá se me habría olvidado apagarlo la noche anterior y no le di más vueltas al asunto. Pero al día siguiente volvió a ocurrir lo mismo, y ayer y antes de ayer. Aprieto la tecla de apagado, pero ignora la orden. ¿Le da miedo irse a dormir, como a los niños? Se lo he comunicado al técnico y me ha dicho que no le dé importancia, que lo preocupante sería que no se encendiera.

-Ya te he dicho varias veces que no deberías apagarlo nunca -ha añadido.

Desde luego, prefiero que no se apague a que no se encienda. Pero no me gusta esta actividad de 24 horas sobre 24. Me dan miedo los aparatos encendidos cuando no estoy cerca de ellos. El ordenador más. ¿Y si alguien entra en su sistema mientras yo estoy en la cama y le pone bigote al personaje de la novela que estoy escribiendo? A veces, me despierto a las tres de la mañana, me acerco con disimulo al estudio e intento sorprender al portátil haciendo algo que no debe. Hasta ahora no ha sucedido nada raro, si bien es cierto que posee una sensibilidad extrema y que es capaz de oír mis pasos y fingir que no hace nada cuando me asomo a él. No estoy tranquilo.

Me ha venido a la memoria un cuento de ciencia ficción, de no me acuerdo quién, que leí hace años. Trataba precisamente de la computadora central de una casa en la que todo -desde las luces a las persianas- estaba automatizado. El caso es que llega un instante en el que la computadora se resiste a ser temporalmente apagada, como mi ordenador. Naturalmente, cierra y abre las puertas a su antojo, pone el horno cuando le da la gana, y acaba encerrando a su dueño en el interior de la vivienda, sin posibilidad de salir. Hablamos mucho de la inteligencia artificial, pero apenas nada de las emociones artificiales. Seguramente, lo que le ocurre a mi ordenador es que ha tenido un brote emocional. Esta noche intentaré apagarlo de nuevo.