El Defensor del Pueblo Andaluz, que es Jesús Maeztu, ha abierto una queja de oficio ante la falta de personal docente para cubrir bajas en institutos. Maeztu quiere saber qué medidas piensa tomar la Junta para atender con carácter «urgente» estas necesidades de los centros educativos.

Conociendo a la Junta, a lo mejor lo primero que hace es crear una comisión. O dar una rueda de prensa o implementar algo, sin que se descarte la elaboración de un plan. Habrá que aclararle que lo que nos hace falta son profesores. Quién lo iba a decir. Uno creía que había tropas de aspirantes y opositores y resulta que no, o que no saben dónde buscar o que las bolsas de empleo están vacías. No es que seamos malos alumnos, es que no hay profesores. En algún instituto, como en el María Zambrano de Torre del Mar, hay chavales que reciben sólo nueve de las treinta horas lectivas. Esperemos que el resto de tiempo lo estén empleando en la filatelia, en la siempre tonificante actividad deportiva en equipo o en la composición por cuenta propia de rimas asonantes y no en macanudeces mostrencas o excursiones extemporáneas a garitos. La gramática parda siempre ha sido tentadora asignatura, pero es preferible que sea dosificada, como las matemáticas o la historia, que en su justa medida activan el intelecto, la curiosidad y la cultura, pero que en exceso astragan y lo dejan a uno liado sin saber resolver de por vida ni ecuaciones ni el por qué de la Primera Guerra Mundial.

Algún cursi está invocando como desaforado leguleyo, el artículo 27 de la Constitución, que es el que consagra el derecho a la educación, pero más práctico sería invocar a la Junta a que se deje de dilaciones, que hay mucha gente en el paro capacitada para enseñar a un conjunto de mozos de 15 años qué es una subordinada, un Parlamento, un nutriente o una anadiplosis. Hay que enseñar al que no sabe, pero la administración regional no está para bienaventuranzas. La jornada escolar para algunos andaluces es un inmenso recreo. En las molleras adolescentes está entrando aire cuando deberían entrar Delibes, Cela y los polinomios. Con todo, la cosa tiene visos para acabar bien: se trata de gastar dinero público en dar trabajo al que no tiene. Cualquier Gobierno debería ser experto en eso, dado que a veces contratan sin poder hacerlo o gastan sin tener para ello. No aprendemos de nuestros errores. Sobre todo si no hay profesores.