Supimos la semana pasada que el Ayuntamiento pretende impedir que se habrán más bares en el Centro Histórico. Esta medida se realiza para mitigar el efecto que estos establecimientos tienen en relación con el ruido.

Hay varias cuestiones a tener en cuenta. En principio un ayuntamiento como el de Málaga no debería poner (más) trabas a la económica de una ciudad. Por otro lado, ordenar todo el maremágnum de bares, cafeterías y restaurantes no es mala idea, incluso un año me parece poco.

Creo que esta medida sola no arreglará el verdadero problema, que es la masificación del Centro Histórico, que está propiciada por el privilegio que éste tiene y ha tenido por parte del Ayuntamiento con inversiones muy por encima de las que se han hecho en los barrios. Y no solo me refiero a la iluminación de Navidad de la que en breve oiremos hablar de nuevo.

Por tanto, esta medida deberá estar acompañada de otras que descentralicen la actividad de ocio hacia otras zonas. Además, deberán tenerse en cuenta otras cuestiones y es no beneficiar que se organicen las licencias que queden en manos de unos pocos, que ya de por sí tienen mucho poder; ya saben, los empresarios de la noche. Otra cuestión será la posibilidad de traspasar licencias, un derecho adquirido que difícilmente podría quitarse a los que lo tenían.

En resumen, se trata de una medida acertada que intenta paliar un problema que se ha ido dejando y que parece inevitable para no matar a la gallina de los huevos de oro que es Málaga, su Centro y sus mil tabernas.