'Ha muerto Chiquito. Pena...', por Jesús Majada Neila

Qué buenos ratos nos hizo pasar: qué capacidad para convertir la más trivial anécdota, el chiste más penoso en una sonora carcajada; qué potencial inventivo de idioma, cuántos sinsentidos asimilados de inmediato por todos los hablantes; qué aire, qué caricatura de donaire para moverse por el escenario?

Hay en Málaga una religión por encima de cualquier otra en cuya corte celestial Chiquito ocupará por siempre un lugar memorable. Es una religión antigua, eterna, practicada desde siempre en esta tierra. Es igualitaria y vital, pacífica y acogedora, pues a nadie obliga y acepta a cuantos practicantes quieran adherirse a ellas, sin distinción de procedencia ni linaje.

Yo, que hace años llegué de tierra adentro, poco a poco me fui convirtiendo a esta nueva doctrina, y hoy soy ferviente devoto. Pasé pronto de la mantequilla al aceite, de la rebanada al mollete, de la sopa al gazpacho, y de la carne a los pescaítos; más tarde, y sin notarlo, se fue relajando mi estricta pronunciación castellana; finalmente, entendí que había otra forma de vivir: que el trabajo dignifica, pero también puede embrutecer; que es mejor trabajar para vivir que vivir para trabajar; que, si esto es un valle de lágrimas, lo mejor es convertirlo en un mar de sonrisas; que, en fin, siempre es mejor reír que llorar?

Estos días, y con profunda tristeza, he comprobado muy de cerca que con el ´España nos roba´ de algunos catalanes (y subrayo el ´algunos´) se apunta directamente a Andalucía; que se han instalado en el irracional convencimiento de que aquí no se trabaja. Ayer me enviaba un amigo una fotografía de los alcaldes con su vara de mando y me escribía: «A esta panda de vagos los enviaba yo a varear olivos, a ver si aprenden lo que es trabajar». Leo en la prensa que Artur Mas pide a los catalanes dinero para que paguen su fianza: veremos? De lo que estoy seguro es de que los malagueños haremos de muy buen grado aportaciones para que Chiquito tenga el lugar de memoria que se merece

.

Estoy en deuda, Málaga está en deuda, España está en deuda, la Vida está en deuda con Chiquito. Estaba seguro de que en La Rosaleda, durante el partido de la selección, se corearía y gritaría el nombre de Chiquito. Y que el domingo, miles de malagueños iríamos tras su féretro, como en la procesión del Cautivo. Tal vez algunos no entiendan de esta religión, pero es igual.

Chiquito ha muerto. Pena? ¡Y gloria!