Un fantasma recorre Francia y está llegando a España. El libro de texto para el alumnado francés de Educación Moral y Cívica de 3º de primaria, escrito en «lenguaje inclusivo» por la profesora Sophie Le Callennec y titulado Magellan et Galilée -Questionner le monde, ha levantado tal polémica en el país de aquí arriba que sus 40 académicos de la Lengua (los llamados ´inmortales´) acaban de declarar en un comunicado: «Ante esta aberración inclusiva, la lengua francesa se encuentra, a partir de ahora, en peligro mortal». La profesora antedicha afirma no haber hecho otra cosa que seguir los consejos que, hace un par de años, diera su Gobierno al respecto en contra del lenguaje sexista: citar siempre los dos géneros y usar, por fin, el femenino en los nombres sustantivos que en francés se refiriesen a cargos públicos y a oficios (´une autrice´, ´une pompière´, ´une maire´: una autora, una bombera, una alcaldesa). Pero, siguiendo la estela de quienes claman que «si ya es difícil aprender una lengua, ¿qué sucederá si en su uso se añaden sufijos alterados?», el primer ministro francés, Edouard Philippe, ha prohibido tal «lenguaje inclusivo» en los textos oficiales. El director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, se muestra conforme: «Estamos a favor de la sensibilización de los hablantes en lo que se refiere al lenguaje sexista, pero sobre la estructura gramatical mantenemos lo dicho en 2012», o sea, nada de aceptar en bloque el «lenguaje inclusivo».

Pero ¿qué significa ´lenguaje inclusivo´ o ´lenguaje inclusivo de género´ o ´lenguaje no machista´ o ´lenguaje de género´ o ´lenguaje no sexista´? Pues es el lenguaje que evita englobar en un masculino genérico plural al género gramatical masculino y al femenino. Ejemplo al canto: no a ´los abogados´ cuando en el grupo existan abogadas y abogados. No a ´los médicos´ cuando hablemos de hombres y mujeres (sigo el orden alfabético, ojo) que ejerzan la medicina. ¿Y qué es eso de ´sufijos alterados´? Veamos, y perdón por la aridez. En español, se forma con facilidad el femenino de ´cristianos´ e ´italianos´, por ejemplo. Con cambiar la ´o´ por una ´a´ vamos cumplidos: ´cristianas´ e ´italianas´. Cuando escribíamos o decíamos ´Un grupo de cristianos italianos bajaba del autobús´, podíamos referirnos a un conjunto formado solo por varones o bien al que se componía de hombres y mujeres, dado que el masculino es el género por defecto que usa el sistema español de la lengua cuando engloba a ambos sexos. Quienes defienden el lenguaje inclusivo entienden que debe visibilizarse lo femenino mediante el habla y la escritura, con lo que proponen que deberían usarse dobletes del tipo ´Un grupo de cristianos y cristianas italianos e italianas bajaba del autobús´ o formas innovadoras como ´Un grupo de cristianos/as italianos/as´, ´Un grupo de cristianxs italianxs´, ´Un grupo de cristian@s italian@s´.

Pero en francés la cosa se complica. Para escribir los femeninos de ´chrétiens´ (´cristianos´) e ´italiens´ (´italianos´) hay que duplicar la ´n´ y añadir una ´e´ a continuación: ´chrétiennes´ e ´italiennes´. Pues bien, la propuesta de quienes en Francia demandan un lenguaje inclusivo da a escoger formas como ´Un groupe de chrétiens et chrétiennes italiens et italiennes´. Pero también las siguientes: chrétien/ne/s, chrétien.ne.s, chrétien-ne-s, chrétienNes, chrétien(ne)s o chrétien·ne·s. Y lo mismo para unir italianos e italianas en un mismo cesto de escritura: ´italien/ne/s´ o´ italien.ne.s o italien-ne-s o italienNes o italien(ne)s o italien·ne·s´. Con lo cual, si queremos significar que lo componen hombres y mujeres, un francés podría escribir la frase ´Un grupo de cristianos italianos´ usando el método inclusivo: ´Un groupe de chrétien/ne/s italien/ne/s´ o ´Un groupe de chrétien.ne.s italien.ne.s´ (o ´Un groupe de chrétien-ne-s italien-ne-s´, etc.)

Ejemplifiquemos, para verlo más claro, con la lengua española. Imaginemos que nos piden escribir la frase ´Un grupo de musulmanes alemanes oraba en la mezquita´ usando lenguaje inclusivo, puesto que nos referiríamos a un grupo en el que hubiese hombres y mujeres. Fácil: ´Un grupo de musulmanes y musulmanas alemanes y alemanas oraba en la mezquita´ (o ´Un grupo de musulmanxs y musulmanxs alemanxs´, etc.). Pero imaginemos que la construcción del femenino de ´musulmanes´ y ´alemanes´ no fuese tan fácil como sustituir, en este caso, ´e´ por ´a´: ´musulmanas´ y ´alemanas´. Imaginemos que fuese más complicado, como el francés, y que hubiese que duplicar la ´n´: ´musulmannas´ y ´alemannas´. Siguiendo las instrucciones de quienes propugnan el español inclusivo, obtendríamos entonces frases como ´Un grupo de musulmán/na/s alemán/na/s oraba en la mezquita´, ´Un grupo de musulmán.na.s alemán.na.s oraba en la mezquita´, ´Un grupo de musulmán-na-s alemán-na-s...´, ´Un grupo de musulmánNas alemánNas...´, ´Un grupo de musulmán(na)s alemán(na)s...´ o ´Un grupo de musulmán·na·s alemán·na·s...´, siendo esta última, al parecer, la opción inclusiva preferida. Lean ustedes unas cuantas veces cualquiera de estas opciones y fórmense su propio criterio. Esa es la polémica que sacude Francia.

Quienes defienden el lenguaje inclusivo invocan ejemplos de antiguas lenguas que ya lo usaban, incluso del Antiguo Testamento, por lo que entienden que no habría novedad alguna sino acaso recuperación. Lo básico y también primordial sería visibilizar lo femenino en el lenguaje y no acatar un modo de escribir y hablar patriarcal, ejemplo de dominación masculina y sumisión de la mujer. Si alguien no estuviese de acuerdo, se le tildará de machista y retrógrado (o ´retrógradx´) de inmediato. Por el contrario, quienes rechazan el lenguaje inclusivo hablan de ´galimatías´, de invento ridículo, de ´agresión a la sintaxis´, de ´neolengua´ imposible de usar como vehículo de comunicación oral. ´Fragmenta las palabras´ y ´lastima la lengua´, dicen. El sufijo femenino separado tipográficamente representaría tamaña complejidad que casi impediría el aprendizaje de la lengua en la escuela en general y para los niños (en lenguaje inclusivo, ´lxs niñxs´) con dificultades de aprendizaje en particular, como los disléxicos (o ´l@s disléxic@s´). Si alguien no estuviese de acuerdo, será tildado de feminazi y falso progresista de inmediato. Y, por acabar, alzan asimismo la voz quienes opinan que, una vez más, se rasca donde no pica, que sí hay que huir con espanto de las expresiones o palabras cargadas de machismo, pero que la verdadera lucha por los derechos de la mujer está antes, mucho antes, en otros frentes y no en una polémica academicista sobre la lengua a cargo de burgueses desocupados, de burguesas desocupadas, de burgues@s desocupad@s occidentales del primer mundo. ¿Usted qué opina?