Charles T Jenkins juega al baloncesto en el nombre de su hermano mayor, Kareen Albritton, asesinado a tiros en Brooklyn en 2001 cuando tenía 22 años. Charles, que sólo tenía 11 años cuando murió su hermano, juró que llegaría a la NBA por los dos y que luciría el número 22. Habían nacido en Brownsville, una de las zonas más empobrecidas y violentas de NY. Sus padres Charles Sr. y Patricia trasladaron a la familia a Queens para alejar a sus hijos de ese ambiente pero Kareem siempre volvía. Echaba de menos el barrio, era un tipo duro, un tipo callejero y el barrio acabó con él.

Kareem había introducido el virus del baloncesto a su hermano pequeño. En su primer partido oficial como jugador en Queens era su hermano el único que estaba en la grada animándole y fue el entrenador de su equipo cuando ganó su primer partido. Charles recuerda como su padre le dijo días después del asesinato: «Sé que amabas a tu hermano, pero éste es el resultado para algunas personas que viven este estilo de vida». Toda una lección para él. Kareem se iba pero les dejaba algo por lo que luchar, una niña recién nacida llamada Kemoni. Una sobrina que para Jenkins es una hija. Si se fijan en sus labios cada vez que tira un tiro libre verán como pronuncia el nombre de la pequeña.

Jenkins es el producto de la tan denostada escuela pública de New York. Estaba perdido después de la muerte de su hermano y un programa de liderazgo de la escuela le devolvió a la vida. Emparejaba a jóvenes con problemas con estudiantes brillantes y talentosos. Su tutora en el curso, Svetlana Hamlet, recuerda a Jenkins como la razón principal de la existencia de estos programas y «el motivo por el que puedo seguir. Es mi historia de éxito».

Una destacada carrera en la Universidad de Hofstra, en Long Island, le dejaba a las puertas del draft. Sólo quedaba un último esfuerzo: Su dieta. Después de una carrera universitaria llena de comida basura en la habitación, Jenkins se puso a trabajar con un nutricionista. Gimnasio tres veces al día y una dieta de verduras, carnes a la parrilla y pescado con el resultado de 7 kilos menos y un porcentaje de grasa corporal de 4,3. Los Golden State Warriors le eligieron en el puesto 44, el doble de 22, y después de anotar 22 puntos de media durante su última temporada universitaria.

Su hermano seguía presente. Sólo faltaba un último homenaje para cumplir la promesa hecha de niño. Doblar la rodilla, mirar al cielo y decir: «Gracias. Gracias a Dios y Gracias a Kareem Albritton». Algo que pudo hacer con la camiseta número 22 del actual campeón de la NBA, los Golden State Warriors.

El Khimki visita el Carpena, con Lamonica como colegiado principal, por cierto, y con Shved como estrella pero con un ejército de secundarios brillantes que pueden decantar el partido. Al conocido «malagueño» Markovic y al siempre deseado Todorovic se unen Honeycutt, Zubkov o nuestro protagonista Jenkins. Suerte..