Un eufemismo es tolerable cuando aspira simplemente a nombrar las cosas de un modo menos áspero. Es canalla, en cambio, cuando va directo a engañar, o a dar coartadas para el engaño. De este tipo es, por ejemplo, la frase del exconseller Rull cuando pide un cambio en el sistema de financiación porque "los catalanes queremos vivir de nuestro propio esfuerzo". Lo que está diciendo no es que no quieran ayudas (no habría habido las Olimpiadas del 92, que pusieron a Barcelona en el mapa del mundo), sino que no quieren repartir lo suyo con nadie. Si esto lo dijera la Comunidad de Madrid quebraría la financiación autonómica. Si lo dijera Alemania, Europa duraría unas semanas. Si lo dijera Europa, desaparecerían los fondos de cohesión y de cooperación al desarrollo. Si lo dijeran los que más ganan, se acabaría el Estado del bienestar. Es un eufemismo canalla que encubre una ideología canalla.