Si la sucesión de De la Torre fuera una serie se llamaría La sucesión. Si la sucesión de De la Torre fuera una serie, estaríamos en un punto de inflexión y de cierta tensión, pero necesitados de un giro dramático que repuntara audiencias, combustionara las redes sociales y avivara el interés. Se nos están durmiendo los espectadores, señores. Muchos años ya de La sucesión. Al principio tenía muchísimo interés: va a ser candidato, se decía hace años. Bendodo va a sustituirlo para ser un buen tiempo alcalde, foguearse y llegar en forma óptima a las elecciones. Sí, todo eso se decía. La gente lo comentaba en los cafés. Los periodistas no parábamos de platicar sobre el asunto. Hace años ya. Pero han ido entrando otros actores, los partidos políticos rivales han ido también armando sus propios dramas y comedias, han renovado decorados y hasta han buscado mejores localizaciones.

La gente del PP que hace zapping al PSOE ya no ve a Miguel Ángel Heredia, que de tanto hacer preguntas en el Congreso debe saber ya hasta cuántos ratones hay. Ve a Espejo, que está ahí el hombre sin dar mucho ruido, ni siquiera en la guerra del ruido, cuando la verdad es que podría tener un papel muy apañado, lucido, en La sucesión, metiéndole al alcalde caña por los multazos a los colegios por ejemplo. La sucesión no está que arde. No sabemos qué va a pasar, no lo saben ni los guionistas, ni los actores. Ahora apelan al partido. Lo que decida el partido, dicen los dos principales protagonistas declamando la frase como alumnos de una academia de actores de barrio. Lo que diga el partido, proclaman monocordes. Sin que nadie les diga, vamos a ver, artistas, quién es el partido. A lo mejor es que resulta que no es Bendodo, que manda mucho y bien y no tiene contestación interna. A lo mejor se refieren a que el partido es Rajoy. Pero claro, eso de que Rajoy espabile y nombre dentro de un par de meses algo a De la Torre para que se lo quiten de enmedio no es muy plausible como episodio de una digna serie de telerealidad política. Es más bien un guioncete de ciencia ficción. Por lo del espabile presidencial, más que nada. Por poder, podría ser. El alcalde quiere presentarse de nuevo. Y se pregunta cada día por qué diantres va a tener que dejar lo que es su vida. El alcalde sacaría mejor resultado, presumiblemente, que Bendodo y éste no quiere ser cabeza de cartel a pelo pasando a la historia, tal vez, como el hombre que perdió para el Partido Popular la alcaldía de Málaga.

Cada día que pasa, va siendo mejor recibido un guión al que no se le estaba dando importancia. Un guión sin autor, o mejor dicho, con la lógica como autor: De la Torre se presenta porque es el mejor candidato y el único que podría hacer que el PP gane de nuevo en 2019. Y luego se va y deja a Bendodo. Y así todos contentos. Pero claro. A lo mejor nos plantamos en 2020 y el alcalde desempolva su chuleta de actor curtido en mil tablas: «es que la gente me para por la calle y me dice que me presente». Qué aburrimiento.