En todo esfuerzo, físico o intelectual, hay un punto de agotamiento, que llega cuando llega, no cuando se piensa que va a llegar. Con el asunto del independentismo me llegó ayer hacia las 21.00, con el 1,7% escrutado y las encuestas prediciendo más o menos una repetición del empate técnico. A lo mejor después de haber apagado se ha producido un vuelco suficiente para romper la igualada, en uno u otro sentido, pero da lo mismo, cuando uno se harta de algo ya no hay manera y hay que irse a descansar. Decir que el independentismo, el proces y la matraca son pesados es decir poco. Encima el entusiasmo inagotable con que se mueven al borde del abismo, o ya despeñándose, es incomprensible. Sólo es de agradecer que al mostrarnos el núcleo puro y duro de su querencia hayan indicado el camino: defender en lo posible a los catalanes que aún no han perdido el seny, si se dejan.